lunes, 27 de febrero de 2012

Cambiazos



No parece que ‘eso’ tenga nombre en castellano. El Bächtold-Stäubli –el Diccionario Manual de las Supersticiones Alemanas–, en su crecido artículo Wechselbalg, dedica dos columnas a los equivalentes en distintos pueblos y latitudes de Europa, al norte de nuestro paralelo. Casi todos aluden al cambio. Changeling en inglés, Wechselbalg en alemán, dieron el neolatino cambio, -onis, algo así como ‘cambiazo’ o niño revezo.[1]
 Como el otro día escribí, el folclore universal registra el motivo del cambiazo del bebé. Un motivo con raíces en la psicología maternal. Un paso más, y esa preocupación se transforma en superstición: el hurtador es un maléfico, y el sucedáneo una criatura diabólica; un bebé llorón, glotón y apático, que la mamá cría por puro instinto, venciendo el horror y la repugnancia mientras ‘aquello’ viva, que no suele ser mucho. Ella no sabe, y aunque lo sospeche jamás reconocerá que lo que lleva en brazos no es lo que salió de su vientre. Alguien le dio el cambiazo.
A finales del siglo XV –traspasado el umbral de la Edad Moderna– la realidad de los Wechselbälgen era ya indiscutible, desde que el Martillo de brujas se ocupó de ellos, con el nombre de campsores (cambistas), en alemán Wechselkinder o ‘niños de recambio’.[2]
El libro estaba avalado por bula papal de Inocencio VIII [3]. Los autores, Institoris y  Sprenger, eran inquisidores dominicos, pero también profesores universitarios. No por casualidad.
 Y es que el tema de los Wechselbälge viene de perilla para entender por qué la Universidad Europea padeció alergia crónica a la Ciencia. Su ‘ciencia’ era sólo un Wechselbalg, un paquete sucedáneo pesado, devorador de energía, inútil y sin futuro. Por eso la verdadera Ciencia se crió, más o menos saludable, primero en semisótanos clandestinos, luego en academias, pero casi siempre fuera de las Facultades. O en ellas, pero de tapadillo, y nada bien vista. La disección de cadáveres humanos tuvo en jaque papal a facultades médicas heterodoxas, como Salerno. Galileo se llevó mal con el Santo Oficio, pero también con Pisa. El pobre Kepler, perseguido al alimón por católicos y protestantes, sobrevivió vendiendo horóscopos. Entre tanto, las grandes universidades bastante tenían con amamantar y mecer sus ‘cambiazos’: la tardo Escolástica en París, el Derecho bartolino en Bolonia, e cosi via.

Del niño revezo a la cabeza parlante…
Hace muchos años, en Málaga, el librero anticuario Antonio Mateos (cariñosamente, ‘Zapatones’) me mostró un legajo de opúsculos muy curiosos. Eran las típicas tesis y disputas académicas del Barroco alemán. Las había de Teología, Derecho, Medicina. También de Filosofía natural, según se entendía en el XVII: miscelánea erudita y abigarrada sobre lo curioso: el imán, los horóscopos, los duendecillos mineros (koboldos o cobaltos). Y cómo no, los ‘cambiazos’.
Ahora todo eso está en Google, y en parte se reedita. Entonces eran sólo rarezas caras, y como yo no podía permitírmelas, don Antonio tuvo la gentileza de prestarme unos cuántos títulos. Uno era la famosa Biga disputationum Physicarum de J. V. Merbitz, sobre los Cambiazos o Wechsel-Bälgen y sobre las Ninfas alemanas, las Wasser-Nixen [4].
La disputa que nos ocupa cubre 18 páginas. Se celebró, «con la venia de la Facultad de Filosofía de Leipzig, el 23 de agosto de 1671, defendiendo el maestro Merbitz y respondiendo Juan Gothofred Jahn, bachiller en Filosofía y estudiante de Teología».
¿Quién era Merbitz? Siempre buceando en la descomunal ‘Biblioteca Googeliana’, descubro un personaje extravagante:
Juan Valentín Merbitz (Dresde, 1650-1704), tras graduarse en Filosofía y Teología por la Universidad de Leipzig, sirvió en la de su ciudad natal y corte palatina (1676-1702), con cargo de conrector (vicerrector) al frente de la Escuela de Santa Cruz. Según eso, la disputa que tengo delante es de su primera época de Leipzig.[5]
Ahora bien, si su bibliografía habla de un individuo docto y polifacético, lo que de él impresionó a sus contemporáneos fue la inventiva mecánica, que en sólo cinco años le permitió poner a punto una estatua parlante maravillosa. Cualquier curioso, docto o llano, no tenía más que soplarle al oído cualquier pregunta, y la máquina con voz articulada respondía (¡atención!) en la lengua del preguntante, así fuese alemán, latín, francés, hebreo, griego. Hasta vascuence, supongo, pues la noticia no pone límite.
Si esto ya es admirable, lo que sigue pone a prueba toda credibilidad. Porque la estatua de marras también adivinaba:

«Una vez, en broma, una damisela de Dresde tuvo el atrevimiento de consultar con la estatua:

–Cuándo yo me case, ¿con quién compartiré lecho nupcial?
Mit einem Hauptmann. Con un capitán, mi graciosa señorita.

Cinco años después así se cumplió al pie de la letra.
 ¿Algo más? ¡Lo nunca oído! El androide detectaba secretos:
Cierto empleado de la ilustre corte de Polonia-Sajonia le susurró algo a la oreja. La estatua respondió en voz alta:

Höre zu! Ich will dir etwas verborgenes, so niemanden als dir bewust sagen. (¡Oye, tú! Lo que voy a decirte es un secreto que sólo a ti interesa y a nadie más).
Perplejo, el cortesano aplicó el oído a la boca que hablaba, y lo que escuchó le hizo exclamar:
Das hat dir der Teufel gesagt, das weiss niemand, als Gott and ich. (Eso te la ha dicho el Diablo, porque no lo sabe nadie más que Dios y yo).

Piense allá cada cual, nosotros registramos lo que oímos de varias personas de lo más fidedignas.»

La anécdota se entiende mejor sabiendo que Merbitz fue, por algún tiempo, Informator (asesor) del Príncipe Heredero de Polonia-Sajonia. Así, el artífice no olvidó enseñar a su estatua o cabeza parlante el ABC de los secretos oficiales.
De hecho no es difícil entender que el invento de Merbitz era un simple juguete, muy de época, para animar el salón del joven príncipe. Era el truco clásico de la estatua unida por tubos acústicos a la cámara oculta donde residía su voz y su entendimiento. [6]
Merbitz no se detuvo ahí. En la misma línea de progreso ‘científico’, él quería para su público etwas anderes, algo distinto y se embarcó en un proyecto más ambicioso. Dos estatuas parlantes, una de alumno preguntando, otra de maestro –él mismo, por qué no– respondiendo, desarrollarían en voz alta cualquier tema de omni re scibili, para instruir deleitando.
Hoy no tenemos más remedio que admirar la clarividencia de Merbitz. En vez de libros, autómatas audiovisuales. Un paso más, e inventa la televisión. Qué digo, audiovisuales; oigamos esto: «sus estatuas no sólo hablaban, sino que el aliento les olía, bien o mal, según el tema de palique». Olor a ajos de víspera y puchero enfermo, para disertar sobre el vicio; aroma de canela, rosa, jazmín y mirra, para recomendar la virtud. ‘Audiovisuosmático’, lo llamaría yo, si no fuese por la mezcla de latines y griego.
Por desgracia, aquel genio adelantado a su época no llegó a poner a punto la pedagógica pareja de androides, por culpa de un ictus apoplético fatal. Ocho años de trabajo perdidos. Se ve que su otra estatua locuaz y adivinadora del futuro, por envidia o por compasión, no quiso avisarle de que perdía el tiempo.
Él mismo, tras mantener por unas décadas nicho propio en los templetes de la Fama, cayó en olvido igual que sus ingenios. Si hoy me acuerdo de él, es gracias a otro de aquellos pliegos de cordel del legajo malagueño.
Porque todo lo dicho, por uno u otro cauce, me lleva a otra disquisición académica sobre… ¡exacto!: Las estatuas parlantes; mantenida en la Facultad de Filosofía de Leipzig por Conrado Pedro Meister, estudiante de Teología, el 21 de enero de 1705. [7]
Meister clasifica y discute los casos de andriantolalia (cháchara de estatuas) en la leyenda y la historia, sagrados y profanos, , auténticos y fraudulentos, antiguos y modernos. Hacia el final, obviamente, dedica toda una página al «nuevo Dédalo que superó el fallo de la antigüedad añadiendo el habla a sus ingenios, fallecido el año pasado», etc. etc.

… y retorno
 Volviendo a Merbitz y su disputación de los Infantes Supositicios, vulgo ‘Wechsel-Bälgen’, debo adelantar que, para nuestra curiosidad, no sostiene comparación con la de Meister sobre parlería estatuaria. Y la razón es simple: el autor se deja de historias para ir al meollo, de qué naturaleza son los tales ‘niños’.
Porque relatos los hay para todos los gustos, hablando unos de criaturas verdaderamente humanas, otros de diablos en forma de niños, o bien de criaturas infrahumanas, bichejos, incluso muñecos de carne; o ni eso siquiera, pedazos de carne inerte, troncos de madera, envoltorios de trapo… Tiene toda la razón. Claro que había niños sanos, fuertes, guapos,  cambiados por otros feos y enfermos. Claro que había y hay hidrocéfalos, cretinos, raquíticos. Y cuántas madres medio locas no habrán estrechado y acunado los bultos más raros.
Centrémonos en lo que importa, se dice Merbitz. Y lo que importa para un teólogo como él –un profesor que dejó inédito un tratado sobre La procesión del Espíritu Santo, ahí queda eso– es qué hay de verdad sobre los ‘hijos del diablo’.

       1. Porque es cierto que «hay demonios íncubos y súcubos». Lo íncubos, ya se sabe, y por si acaso, lo explicó san Agustín [8], son de una parte los que los médicos llaman efialtes, tapones en el ventrículo cerebral, causantes de pesadillas, que para la mujer pueden representar un macho corpulento con intención nada buena, como explica Pablo Egineta. Frente a esas fantasías están  los íncubos reales, seres en forma viril que cumplen como tales; y aquí vienen entre otras la autoridad de Martín del Río.[9] Como también los súcubos reales –‘súcubas’, más bien–, como las lamias y otras diablesas.
Aquí arrasa la autoridad de San Agustín, un teólogo que no podía ver diablos ociosos o en desempleo, pues nada hay como un chivo expiatorio para justificar los males del mundo. Añádase la afirmativa de Tomás de Aquino, y el problema de los auténticos ‘cambiazos’ está en el bote.
Al efecto, los demonios tienen cuerpo sutil, o bien lo improvisan, o lo toman prestado. [Aquí el autor aprovecha para meter una estocada a los ‘papícolas’ por lo del Purgatorio. Él es protestante, lo que no le impide alinearse en esto con católicos, como el dominico Sprenger y su Martillo, o con Del Río, jesuita.]

2. Ahora bien, «de tal coyunda demoníaca no puede nacer prole, sí más bien un cuerpo sin alma». El autor confiesa su pudibundez juvenil, pero venciendo su curiosidad a la vergüenza, con la venia de su público, se atreve a discutir el tema y refutar a autores tan serios como Reginaldo Schott y su Física curiosa.
No, y mil veces no. Un súcubo, por mujeril que parezca, no puede tener el complejo aparato reproductor femenino para llevar a término un feto. Los íncubos por su parte, ya se sabe, hurtan semen humano, pero cuando lo eyaculan está frío. Porque los demonios son fríos, y así lo reconocen las brujas que tienen contacto con ellos.

3. Según eso, «los niños revezo no son seres humanos, sino diablos moviendo un cuerpo formado con semen y sangre de la madre, o apañado de donde quiera de los espacios sublunares».
El fenómeno (dice) fue muy común en la antigüedad, aunque con la difusión del Evangelio las cosas han cambiado y casi no se da. En todo caso, al autor sólo le interesan los auténticos ‘cambiones’, los que de humano sólo tienen la piel.
¿Qué es, entonces, de los niños robados? Por lo visto, según se deduce de historias judías, hay un género de diablos, los Lilith o lamias, con instinto de crianza, que por ello acechan a los niños sin bautizar. ¿A qué efecto?
Y aquí viene lo estupendo, tal como lo cuenta otro dominico alemán, Juan Nider, en su libro El Hormiguero (h. 1435/37), puesto en boca de brujas:

«¿Que qué hacemos con los niños? Pues mire usted, señor padre inquisidor, les guardamos escondidos; y como no están bautizados, los cocemos un una caldera, hasta que desprendidos los huesos, la carne casi toda se vuelve sorbible y potable. De la parte más consistente fabricamos un ungüento adecuado a nuestros caprichos, artes y transmutaciones. Y de lo más delgado y líquido llenamos un frasco o una bota, que bebiendo de ello con unas pocas ceremonias los iniciados se vuelven maestros de nuestra secta.»  

Buen provecho, padre Nider. Y termino, pues va siendo hora. Grima da ver a aquellas universidades cargando con semejantes ‘paquetes’, en vez de aplicarse a la Ciencia. Ojalá las cosas hayan cambiado.
Y a todo esto, ¿en qué me toca pensar mañana? Ninfas acuáticas, Estatuas parlantes, Íncubos y súcubos… Las fantasías se traban como cerezas. Así es como nacieron las Mil y una noches.
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[1] H. Bächthold-Staubli / E. Hoffmann-Krayer, Handwörterbuch des deutschen Aberglaubens. De Gruyter, Berlin / New York, 2000, B. 9: 835-864; B. 10 (Register): 388.
[2] Malleus maleficarum (1487), p. 2, q. 2, cap. 8; ed. Francfort, 1588,  p. 471-473.
[3] Inocencio VIII, bula Summis desiderantes (1484).
[4] Biga disputationum Physicarum, quarum Prima de Infantibus Supposititiis, vulgo ‘Wechsel-Bälgen’, altera de Nymphis Germanis ‘Wasser-Nixen’. Incl. Facultatis Philosophiae Lipsiens. indultu publice habita a M. Joh. Valent. Merbitzio, Dresdensi. MDCLXXVIII. (Es reimpresión, «por escasear  ejemplares»).
[5] Una lista resumida de sus sus trabajos daría idea de su polifacetismo, pero no hace al caso. Baste recordar aquí su dedicación a la Germania de Tácito, tan tomada en serio por los humanistas alemanes para su ‘construcción nacional , y de la que Merbitz hizo una edición comentada.
[6] Este sistema de telefonía neumática llegué a conocerlo siendo escolar en un colegio de Bilbao, y funcionaba de maravilla. 
[7] De loquela imaginum: Disquisitio Academica... in celeberrima Lipsiensi Academia die XXI Jan. MDCCV... praeside M. Christiano Flemig, Gubena-Lusato, proponit respondens Conradus Petrus Meister, Weissensea-Thuringus, S.S. Theologiae Studens. Lipsiae, I. Titii. Algunos repertorios atribuyen la disertación a Christian Flemig que, como se ve, no hizo más que presidir el acto.
[8] La Ciudad de Dios, l. 15, c. 23.
[9] Disquisitionum Magicarum, l. 2, q. 27, sec. 11.

Acreditación de figura: Der Wechselbalg, por M. Steinmetz (detalle).


lunes, 20 de febrero de 2012

Dos hombres para una lengua



El euskera rara vez es noticia, sólo letanía. De higos a brevas tiene su paseíllo triunfal un Elortza irreducible en su euskolonoskopia. O bien, se airea que si Bildu quiere censar a su cabaña euscalduna y marcarla con doble euskolábel de kalitatea (KK), y cosas así. Aunque el notición-notición –el que todos esperamos más que al Mesías prometido– sería la partida contable del Nosferatu este del vascuence; la encabezada con el eufemismo ‘política lingüística’.
Mientras tanto, la semana pasada nos ha brindado una conjunción noticiable y de lo más curiosa, por tocar a los extremos más opuestos de la sociedad: la dignidad que encarna Patxi López como lendacari, por arriba; y en el otro polo un delincuente común, terrorista convicto de ETA, un tal ‘Txirula’.
El brillo de esa conjunción por poco eclipsa un tercer dato, no menos interesante a la clarificación de la misma cuenta, a saber: lo gastado en la liberación lingüística de Osakidetza (el Servicio de Salud vasco).
Aparte la coincidencia en el tiempo, la triple noticia converge en delatar la situación grotesca que vive este país, a cuenta de la lengua propia. Vamos con lo primero.

El imposible intentado
Como digo, mientras hacemos cábalas sobre lo que engulle y pesa este ‘cambiazo’, este changeling o Wechselbalg [1] en que se ha convertido el vascuence, por la manía identitaria, bien está que se sepa lo que nos cuesta euscaldunizar a nuestro conciudadano más ilustre.
Cuesta escribir sobre estas cosas.  Aquí todo lo relativo a ‘normalización’ nacionalista nos parece normal, es la consigna. Pero los extraños no entienden nada. Para darles una idea, euscaldunizar a un lendacari es como darle clases de latín al Papa, o enseñar hebreo al Espíritu Santo.
Todo viene de cuando Patxi López fue cazado por sorpresa en el manto de armiño que le echó sobre los hombros el PP vasco. Tan orgásmico fue el evento, que el socialista transmutado en lendacari tuvo un subidón de responsabilidad, de esos que por falta de experiencia llevan a hacer y decir cosas irresponsables. Así Patxi López hizo voto o promesa de ponerse a estudiar vascuence, entre el estupor de los vascos en general y la rechifla del mundo aberchale.
Se supone que una declaración así compromete a algo más que estudiar los rudimentos de ‘Gramática agurzale’, o ‘El euskera en cuatro días. Y que, si no dominar una lengua reputada difícil, el declarante pretendía hablarla con cierta soltura, antes de concluir su mandato. Y esto es dentro de un año.
Tamaño compromiso suponía gran dedicación. No recuerdo si habló de tiempo laboral o libre, todos entendimos lo primero. Nada de inmersión lingüística, aunque tampoco chapuzones ni aguadillas.  Algo más serio, bajo tutor bañista particular altamente calificado.

La decisión del lendacari socialista no era nueva. Su antecesor, Juan José Ibarretxe, se valió del mismo método para suplir su deficiencia con la lengua vasca. Ya entonces se dio por supuesto que la euscaldunización de un lendacari la costea el erario, y por cierto muy generosamente, como debe ser en cosa tan nueva y delicada. Pero lo de Ibarretxe fue más discreto, y no dio tanto que hablar. Qué digo, todavía mucha gente cree que el de Llodio entró aprendido en Ajuria Enea.
Lo de Francisco Javier no tiene comparación con lo de Juan José. Y aunque la tuviere, mejor ni mentallo. Porque no estamos hablando ahora de esprit,  ni de elegancia interior, ni mucho menos de principios éticos; que ahí sí que cabría  quimera entre caracoles. Hablamos de estudiar vasco. Hablamos de estudiar. Y Juan José ha estudiado.
Después de todo, Ibarretxe es un individuo tesonero, pedalero; con ideas tan elementales como fijas, no un veleta. Para él, como nacionalista, poseer la lengua matriz de su imaginario era deber moral, algo que él se debía a sí mismo, y un gesto público de valor político. Habría sido ‘dinero bien gastado’, si la expresión aplicada al vascuence no fuese de entrada un oxímoron.
Claro que esto fue al final de tres mandatos –más otro anterior como vicelendacari–; pero tuvo mérito, sostener en euskera, sin trabucarse, un debate televisado en directo, frente a adversarios duchos. Uno de ellos nada menos que Andoni Unzalu, reconocido euskaltzale.
El Sr. López Álvarez no tiene por qué tener los motivos de un Ibarreche Malquartu [2]. Él no es nacionalista (se supone), y no deberían resonarle en las tripas las estremecedoras ‘voces ancestrales’.
López además lleva fama de estudiante poco estudioso –no sé si en la categoría escolar de ‘vago’, o sólo un ‘flojo’—, nada perseverante en la carrera que emprendió, y sin afición especial al vascuence. Llamarse ‘Patxi’ (el antiguo ‘Pacho’) no es argumento de esto último. ¿Que se le da el saxofón? Pues mejor para él, su rival es bueno con la bicicleta [3].
Y luego está la cuenta de resultados. Entre pitos y flautas, el propio lendacari reconoce que hace bastantes ‘piras’. (Pregunta obligada, señor Fiscal: ¿Repone el dinero? ¿O le vale que, como él ha dicho en entrevista concedida al periódico Gara, «Euskadi tiene también otras prioridades», incluso más priores que ésta?).

Tirar dinero
Esta pregunta nos lleva a un enfoque más general del caso: el por qué y para qué de ese gasto. Respecto al ‘porqué’:
1º. Para ser lendacari no se exige ser euscalduna, ni prometer serlo, por ningún imperativo legal. Por tanto, la decisión que un lendacari tenga de euscaldunizarse es cosa suya, y debe pagarla de su bolsillo. Que su partido le resarza, si así les conviene.
2º. Si hubiese algún interés y bien público en que un lendacari se euscaldunice –o perfeccione su vascuence, si ya es euscalduna–,  debería aplicarse la norma general: liberar al funcionario lendacari (total o parcialmente) y una de dos, o promover a un vicelendacari, o mejor, abrir concurso para nombrar un sustituto que desempeñe la lendacaricha mientras dure el aprendizaje.
Todo lo demás es malversación de fondos públicos, que es lo que se hizo con el lendacari anterior y se repite con el actual.
Lo del ‘para qué’ ni lo discuto, porque es entrar en juicios de intenciones sobre una decisión personal. Importa un bledo qué movió a Patxi a comprometerse con el euskera. Cualquier respuesta que se nos ocurra lo pone peor.
Por ejemplo: lo último que cabría esperar incluso de un botarate es que se tome la lendacaricha por jubilación anticipada, y piense que la entrega de llaves de Ajuria Enea es el mejor momento para emprender lo que siempre se deseó y no se hizo por falta de tiempo. Que es lo que reprochan a López sus adversarios políticos, en especial sus ‘enemigos oficiales’, la izquierda aberchale.
Por ejemplo también: lo penúltimo que debería esperarse del Sr. López es que se aplique al vascuence por cubrir apariencias, por parecerle que así complace a dichos adversarios. No tiene más que echar un vistazo a los comentarios que ellos vierten sobre él y su euskera (los jocosos, de los otros ni caso), en periódicos y en blogs.  
Conste que estas consideraciones valen por igual para uno y otro lendacari: para el aprovechado Ibarretxe y para el proficiente (esperemos) López. Porque aparte del lucimiento personal en aquel debate televisivo, no sé qué uso hará hoy aquél de su vascofonía, ni qué nos importa ya que siga o no practicando, si ya cuando era lendacari daba lo mismo.
Y vamos ya de una vez con

‘El amante bilingüe’
Así es como ha llamado mi admirado amigo ‘Luigi’ al etarra Daniel Pastor, (a) ‘Txirula’, a propósito del accidente sufrido en la Audiencia Nacional, y que yo también en juego de palabras me atrevo a calificar: ad perpetuam rei memoriam («para perpetua memoria del reo», para eterno ridículo suyo y de su cosa).
Pastor con sus compinches ya dio la nota en enero, en la vista de su causa, en una de las habituales representaciones programadas para humillar a la Justicia. De paso también ver si un magistrado, juez o jueza pierde los estribos, para impugnar los autos. Inconvenientes que, supongo, se podrían remediar con un protocolo más estricto sobre comportamientos en Sala. 
Si aquello fue indignante, lo del viernes 17 ha sido la repanocha. En su turno de última palabra, donde al parecer tenía que pronunciar un texto memorizado en vascuence, el tal ‘Txirula’  desmintió su apodo quedándose en blanco, y este fue su balbuceo:

–«Querría decir algo en euskera, ese idioma que tanto quiero, y no lo puedo hacer, porque no lo controlo
El resto fue echar la culpa a los guardias que le custodiaron, porque «con su sentido del humor no le habían dejado descansar». Por esta razón (añadió):
–«No me encuentro en disposición física para hacerlo.»
Ahí lo tenemos: un hombre joven que se supone escolarizado en el modelo D –esa panacea infalible hasta para el pelotón de los torpes–, que frustrado tal vez en su fracaso escolar, cambia la gramática vasca por la pistola y la bomba lapa, para que un día el euskera sea nuestra lengua querida, propia, materna y única, que todos los demás ‘controlemos’.
El desgraciado, que en prisión ha tenido tiempo para estudiarse y mudar su estética –como se aprecia en las fotos–, no lo ha encontrado para memorizar un breve parlamento con las cuatro frases derrigor en vascuence.

Suele ocurrir. Hay buenos comparsas mudos, buenos también para gritones ‘malditos’, pero que como solistas la ciscan (con perdón). Repetir, repetir, repetir…; y en el momento crítico:
–«Señorate, el chocolito.»
O peor (gallo incluido):
–«¡¡¡Viva Quirlos Canto!!!...»

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[1] Wechselbälgen (‘cambiones, cambiazos’): En la superstición germánica y europea general, criaturas espurias que suplantan a los niños de pecho secuestrado por diablos, brujas o lamias, sin apercibimiento de las madres. Éstas los amamantan hasta secarse, dada la voracidad del pequeño monstruo, que crece desmesurado y deforme. En inglés los dicen changelings, y el folclore astur-galaico habla de xaninos. En vascuence no lo sé, ni veo que Azkue los mencione, si no es muy de refilón, hablando de bebés y niños llorones. Porque otra gracia de esos niñatos era que berreaban a destajo. Cfr. Martín del Río, La magia demoníaca (ed. y notas de J. Moya), Madrid, 1991, págs. 320-321.
 [2] Marcuartu, variante de Malcuarto, el siguiente de Maltercio (y si se quiere, el  anterior a Malquinto). Nada que ver con arto, artu, el panizo o maíz. Es gente un poco  como familiar mía. Caserías en la parte de Luyando.
[3] Tocar el saxófono en Ajuria Enea podría hacerse tradición, pero de momento hay quien le suena tan antivasco y tan sacrílego como el oboe de Guernica.





lunes, 13 de febrero de 2012

El Amigo Socialista


Hay en la vida quien tiene que conformarse con hacer el papel de Aquiles; otro no pasa de ser un Homero, y aun se da con un canto en los dientes. Luego vendrá la eterna disputa, quién tiene más mérito, si el héroe militar, o el poeta que cantó sus hazañas.
Más afortunado, Jesús Eguiguren resuelve el dilema siendo las dos cosas a la vez: el héroe vencedor de esta Troya que es ETA, y el cantor de su propia epopeya.
Tras la victoria sobre el Hacha y la Serpiente, Eguiguren ha compuesto una ‘Eusko-Ilíada’ y se la ha dictado a un amanuense, un tal Rodríguez Aizpeolea. Pero esto sólo para testimonio en las bibliotecas del futuro. Porque el poema en sí, en su fase oral, es para el público de hoy, para que lo aprendan los hijos y nietos mañana. Por ello don Jesús –‘Txusito’ en vasco para los vascos–, hecho un rapsoda andante, va de aquí para allá por ventas y castillos, recitándose para quien le quiera escuchar.

–Con que Troia  fuit! Se acabó. Gracias a ti, gran Jesús, ¡cesó la pesadilla para siempre!...
–Caray, no tan de prisa, dejad que me explique.

Y el guerrero-poeta, tomando las cosas ab ovo, repite y vuelve a repetir su matraca aprendida, los mismos versos, los mismos pies, el mismo cuento de la misma pipa. El poema en realidad no está completo. Como la Ilíada, esto es sólo un episodio a los principios de un cerco que, como el de Eguiguren a ETA, también duró diez años.
La Guerra de Troya se ha acabada. Ahora toca la Paz de Troya.
¿Fácil? ¿Difícil? Todo a la vez. Como irreversible-reversible, o como alegre-triste. Para este hombre, la magia de juntar contrarios no tiene secretos. Como buen profeta auto cumplidero, tiene que jugar al sí, pero no, sin perjuicio de lo contrario.

Los Evangelios según Eguiguren
La semana pasada (10 de febrero), el Presidente de los Socialistas Vascos hablaba en Gerona sobre el actual ‘escenario’ vasco. Tomando como lema ‘La primavera Vasca’, dijo que el proceso de paz está «muy avanzado». Como si hablara de una descomposición lenta, o tal vez de una momificación. Porque si bien «la banda ya no puede actuar», «ETA “difícilmente” se disolverá, ya que su actividad “forma parte de su identidad”». Y puso como ejemplo el IRA, tampoco disuelto.
Para entendernos, se trata de un problema tan sutil como el que tuvo divididos a los escolásticos, sobre si la esencia y la existencia de los seres creados se distinguen realmente. Si la identidad de ETA es actuar, y no está por la labor de disolverse, significa que cualquier día pega un susto.

–«Pues vaya contratiempo»–, piensa para sí el oyente.
–¿Contratiempo? «La desaparición de ETA no es el objetivo principal. Lo que importa son «las garantías de que ya no pueden actuar, y para ello necesitamos estas entidades internacionales que tanto nos cabrean en España».

El oyente ahora no sale de su estupor. Tenía entendido que esas entidades internacionales no las ha designado el Estado, ni tampoco un plebiscito social español ni vasco. Que sin carácter oficial, representan sólo a  su cliente, Batasuna/ETA. Eguiguren no desmiente la evidencia, pero va largando sus claves:

–«Necesitan de alguien que les legitime, y eso sólo se lo puede dar el Partido Socialista, pues el PP es un recién llegado en esta batalla… El gran error que arrastra la paz en el País Vasco es que en los últimos años las instituciones han estado prácticamente paralizadas… La consecuencia es que la sociedad vasca cree que Batasuna ha traído la paz».

Ahora sí, en el oyente, el estupor cede paso a la indignación. Este hombre nos toma el pelo. Todas y cada una de sus afirmaciones coinciden con los planteamientos de la Izquierda Abertzale, y en este caso de Bildu. Un amigo y abogado de ese brazo político de ETA no hablaría de otro modo.




Pues claro, así es. Hace unos meses (23 de oct. 2011) Eguiguren concedió una entrevista al ‘Follonero’, que le definió como «el socialista que más amigos tiene en la Izquierda Aberchale». Así lo reconoció Jesús, que bien puede llamarse ‘el Amigo Socialista’. Como primera persona amiga en el otro lado, siempre cita («para que la derecha me siga criticando») el mismo nombre:

–¿Cuándo crees que vas a ver libre a tu amigo Arnaldo Otegui?
–Pues… Bueno, “amigo” entre comillas. Amigo político, para hacer lo que hemos hecho, la paz en Euskadi.

No se malentienda, por tanto. Ni primos carnales ni amistades particulares, sólo amigos políticos.

Teoría de Conflictos
No creo que me dé por leer el libro ETA: Las claves de la paz. No me parece bien que un político veterano, todo un doctor en Derecho y que se dice profesor universitario de Derecho Constitucional, para escribir un libro se valga de un periodista cofirmante. Para asomarse a la mente de Eguiguren creo que basta con sus balbuceos y sus charadas:

«La paz… todo esto está ya muy estudiado. La ‘Teoría de la Resolución de Conflictos’ y tal, hay un principio que dice que “la Paz es muy cara”. Los gobiernos que hacen la paz lo pagan, porque siempre queda la duda de si habrán cedido algo, ¿no? »

He cruzado para Google ambos lemas, la Teoría en cuestión y la carestía de la paz. No ha habido suerte, por ningún lado asoma ese principio, tal vez de la fantasía fértil de Eguiguren cuando se pone ‘Txusito’.
¿Y esto otro?:

«Es mentira eso de la memoria… porque la Historia se hace con memoria y con olvido».
–Si el Gobierno Vasco, o quien sea, se empeña en construir un único relato de lo sucedido en Euskadi en los últimos años, ese relato único «será falso».
–¿Diga lo que diga?
–Si el relato es único, por definición es falso. Porque no hay un solo relato, lo que hay son «varias visiones compartidas» (sic)

Eguiguren esgrime las claves o llaves de la paz, como negociador que ha sido de ella. «El último negociador, cuando ETA todavía mataba (3:17)» «Vale: el último negociador». Sin embargo, en otra entrevista dos meses después (2011, dic. 13), matizaba: «¿Negociador con ETA? No exactamente. Prenegociador. »
Se refería también esta vez a su contacto con Josu Ternera y Thierry:

–«Yo fui a lo que fui… He conocido cien Josu Terneras, cien Thierrys…»

Y dale con que

–«Hay toda una Teoría de Resolución de Conflictos… »

A pesar de los rigurosa que debe de ser tal disciplina –y lo es: una rama o aplicación de la matemática Teoría de Juegos–, cualquiera diría que el Dr. Eguiguren se la toma con ligereza, por no decir frivolidad.
El negociador-prenegociador con Ternera explica así cómo trabajan:

–«Hablamos de lo que hablamos los vascos todos los días. Una especie de psicoanálisis, a ver cómo ve cada uno el conflicto. Nosotros, con la visión socialista liberal. Ellos, su visión nacionalista vasca; prácticamente la misma que la nacionalista española: un pueblo indomable, en guerra contra lo extranjero, puro, salvador del mundo…»

A todo esto, se está refiriendo a un trabajo muy maduro, con 6 a 10 años de preparación; y he aquí que el diletante incorregible ‘Txusito’  que Eguiguren lleva dentro le brota del pecho, saca la cabezota por el esternón e interrumpe:

–Aparte de que yo soy medio historiador; muy político…; y para mí fue muy divertido… y ameno.

«Muy divertido y ameno», lo dice sin coña, será frívolo. Había una hoja de ruta muy bien trabajada en Ginebra con Josu Ternera. Se contemplaban dos mesas paralelas: una del Gobierno con ETA (mesa ‘Paz por Presos’), otra mesa política. Y hete aquí que el día que se reúnen para iniciar conversaciones aparece Francisco Javier López Peña (‘Thierry’) con otras pretensiones.
La ruptura estaba cantada. Nuestro héroe encara al intruso, le advierte que si rompe la tregua podrá ira a la cárcel. Thierry le recomienda que se vaya comprando una corbata negra.
De hecho, no una, hasta seis corbatas de luto, estrenando en cada funeral. ¿Divertido? ¿Está este hombre a lo que celebra?
 «A partir de ahí ya no es ETA, sino Otegui. El brazo político de ETA se da cuenta de que ETA no está en la realidad, se produce un enfrentamiento de la Izquierda Abertzale»:

–Yo tengo una explicación muy sencilla. Yo he sido profesor de Derecho Constitucional. Hay un libro magnífico, que ya no estará en las librerías, de un tal Ferrero. Se titula ‘El Poder: Los duendes invisibles de la ciudad’, y trata de descubrir lo que es la legitimidad, qué es lo que hace que la gente obedezca al que manda. Entonces vemos qué es la legitimidad en antiguo régimen, la legitimidad en democracia; y ETA era un pequeño estado, y la legitimidad la tenía ETA para dirigir, y con la T-4 perdió la legitimidad…

«Legitimidad = lo que hace que la gente obedezca al que manda»

«ETA era un pequeño estado, y la legitimidad la tenía ETA». Menos mal que con la T-4 la perdió. Aunque a qué costo. Costo para la sociedad inocente. No para el brazo político etarra, que desde entonces se alza con la legitimidad. O sea, que la gente desde ahora ya no obedece a ETA, sino al nuevo poder legítimo. Jesús Eguiguren/’Txusito’ concluye triunfante:

«ETA ha perdido el apoyo de una parte de la sociedad vasca, y no hay marcha atrás.»

En aquella entrevista ‘de las corbatas negras’ vimos algo tan ‘divertido’ como el cruce de amenazas: –«Pues iréis a la cárcel»«Pues y tú, de funeral». Este protocolo lúgubre, como aquellos que describía el ex masón converso Léon Taxil para las iniciaciones en la Masonería, se repetirá también con el amigo Otegi. La charla será más distendida, seguramente –«un guipuzcoano con otro guipuzcoano»–, pero «teníamos un papel firmado (la Izquierda Abertzale es muy formalista); un papel firmado, ‘que a mí me podían matar, y a él meterle en la cárcel’»…  

–«Estábamos hablando; o sea, que no cometimos ningún delito por hablar. Delito sería no haber hablado, cuando estaban matando todos los días a cuatro o cinco personas (sic).»

Volverá a reír la primavera

A todo esto, uno se pregunta: ¿Cómo y cuándo supo Eguiguren que amanecía ‘la Primavera Vasca’? Pues de la manera más guipuzcoana del mundo. Para los extraños a esa raza profunda, impenetrable, lo lógico sería una llamada del ‘amigo Otegi’ al ‘amigo socialista’, con las credenciales de la nueva ‘legitimidad’.
Pues no. Tiene que ser el propio amigo socialista el que de pronto intuye que algo pasa. «Gente del Instituto, con las que desde hace 20 año no te hablas, si acaso nos insultamos, de pronto empiezan a saludarte, a hablar».
A cualquier extraño al genio guipuze (Garibay dixit), semejante novedad le daría mosqueo, recelando que en vez de amigo político le tomaban por primo. El candor evangélico de Eguiguren está a prueba de esa mezquindad.
Eso sí, el anuncio del cambio de estrategia etarra, lejos de producirle alegría, como a cualquier bien nacido, al amigo socialista le produce... ¡tristeza! (minuto 11). Como suena. Esta salida inaudita es muy reveladora de una personalidad no muy fiable ni tampoco coherente consigo misma, incluso en el breve curso de una entrevista. Tanto es así, que lo que comenzó como un pucherito de tristeza autocompasiva, a renglón seguido es ya tristeza ajena, porque los compañeros socialistas se sienten perdedores. Y eso sí que no. Su Presi vasco les invita a la alegría:

«Hemos conseguido lo que en ninguna parte del mundo: que a pecho descubierto un grupo político ha derrotado a una organización terrorista.»

Pese a lo cual, «la gente se cree que ha ganado Bildu»

«Yo no he querido decir (en el libro) que esto lo haya hecho el PSOE. Podría decirlo tranquilamente, porque todo el mundo sabe que a la Izquierda Abertzale  la ha parado el partido Socialista. »

Por eso el amigo socialista ha escrito su libro. Porque no tiene nada que ocultar. Y porque es hora de que la gente sepa quiénes han traído la paz. Bildu, por supuesto. Pero ¿quién ha metido a Bildu en razón? ¿Quién?
Ahora el Amigo Socialista trata de verse con su amigo Otegi, «chivo expiatorio» (¡!) en su cárcel de Logroño. Después de todo, en otra de las visiones de Eguiguren, estamos en la recta final hacia la paz. «Lo que queda es lo más fácil.» ¿Oído bien? Lo más fácil, o sea:

1. La política penitenciaria negociada por el Gobierno Central con el Gobierno Vasco y el mundo de la Izquierda abertzale.
2. La propuesta de Constitución Vasca, y creación de un Órgano político común de Euskadi con Navarra, e incluso con el País Vasco Francés, dentro de los Estados español y francés.

O lo más fácil todavía:

3. La reconciliación definitiva entre vascos; porque somos así, nos sale de los genes, y por  reconciliarnos nos matamos, si no hay otro remedio.
4. Last, but not least, la redacción consensuada de los mitos o relatos diferentes, de acuerdo con cada una de las sensibilidades que animan nuestra sociedad plural.

Tan facilito todo, tan hermosa la fábula, que, a renglón seguido, don Jesús se siente obligado a puntualizar: «No pensemos en nosotros, todo esto es para nuestros nietos.»

Iam seges est, ubi Troia fuit; resecandaque falce    
         Luxuriat Phrygio sanguine pinguis humus.
Semisepulta virûm curvis feriuntur aratris
         Ossa ; ruinosas occulit herba domos .

Ya hay mies donde hubo ETA.
Fertilizado
con sangre vasca lujuriante el suelo,
el curvo arado hiere
semienterradas
humanas osamentas.
Casas en ruina la maleza esconde.

 (‘Carta de Penélope a Ulises’; Ovidio, Heroidas, 1, 1, 53-56.)






martes, 7 de febrero de 2012

100.000




Hoy, por un breve rato, esta entrada se adornará con un detalle especial. En el contador Bravenet de visitas al blog, seis dígitos: 100000.
La cifra coincide con otros datos también numéricos: 6.562 puestos cedidos por este blog en el último mes; 8.084 en tres meses, desde noviembre. En noviembre de 2011, ‘Belosticalle’  tocó el cénit de su breve historia, en el puesto 3.731 de un ‘ranking general’ (sic), construido por Ebuzzing (antes Wikio). 
La clasificación es automática, calculada con un «algoritmo que tiene en cuenta los contenidos compartidos y recomendados en Twitter, Facebook y las principales plataformas de intercambio».
Tampoco Blogger coincide con Bravenet contando visitas. Es casi un 25 % más tacaño. Cierto que a Blogger le tengo encargado que no cuente las mías propias. Aun así, no creo, qué digo (con lo desordenado que soy), estoy seguro de no ser, ni con mucho, tan asiduo autovisitante.
¿Tiene eso algún significado?
Desde luego, no el que parece a primera vista. ‘Belosticalle’  no ha tenido 100.000 páginas o entradas leídas, ni siquiera vistas. Para mejor presentar mis ideas y hacerme atractivo, aprendí pronto a ilustrarme con fotos y grabados, sin tomar la precaución de camuflarlos con nombres crípticos. El resultado es que mis ilustraciones (lo de ‘mías’ es un decir) son localizables, y de hecho la gran mayoría de visitantes no viene por mí, sino por ellas. A ojo de buen cubero, o menos bueno, la cifra ‘lector-entrada’ no pasará mucho de la tercera parte de la global.

Tormento sin éxtasis
Después del último artículo sobre el Eclesiastés, pienso en la condición humana sedienta, condenados a rueda perpetua de «apañar y aparvar viento». Y la mención del viento y de la rueda me enlaza al hijo de Eolo, Sísifo, y a sus colegas de tormento, Ixión el de la rueda y Tántalo el de la sed.
¡Pobre Sísifo! Tal y como le vio en los infiernos su propio hijo Ulises. Si es que era hijo suyo; porque de Ulises, como de muchos héroes y algunos mortales, la madre era más cierta que el padre [*].
Mientras la mayoría de los muertos se aburrían mortalmente –permítase la redundancia– paseando con levedad de sombras por aquel Campo de los Asfódelos, o sea el Gamonal, algunos no tenían tiempo de aburrirse, acosados por el rencor eterno de un dios.
Sísifo, por haber metido las narices en los amoríos de Zeus, tenía que subir empujando una gran piedra hasta la cima de una colina. Y cuando estaba a punto de coronar su tarea, el peso le hacía caer de culo, y ¡zas! (ατις, o sea  ¡zas!, en griego homérico),

al punto rodaba de nuevo a la base la piedra insolente

                                                                           (Odisea, 11: 593)

Eso se repetía cada vez que el desdichado, con su peñazo a cuestas, ya se veía dominando el ránking del Ebuzzing del Hades.
De los otros infelices para qué hablar. Ixión, dale que le das a la gran rueda, que para mayor fastidio estaba que ardía. Y Tántalo sufriendo el suplicio de Tántalo, el nombre lo dice.
Este Tántalo recibía su merecido, porque invitado por Zeus a la mesa de los dioses, al catar la ambrosía y el néctar, les tomó tanto gusto que al final del banquete le pillaron hurtando un pequeño alijo. No para traficar, sólo para consumo propio y con amigos. Como si en el Olimpo las trolas tuviesen igual crédito que aquí abajo. Ahora, metido en agua hasta el cuello, rodeado de frutales exquisitos, todo se le escapa sin aplacar el hambre y la sed.
De Ixión, en cambio, la culpa está menos clara, aunque todo apunta al pecado de ingratitud. Si por eso fue, ‘Belosticalle’ no tendría que temer la rueda.
‘Belosticalle’ surgió como una barquichuela a remolque de una hermosa nave, la ‘Argos’ de Santiago González. Desde el principio lo reconocí, y así es como flota y navega.
Una sola vez he procurado corresponder a mi amigo. En la ocasión excepcional de aparecer su libro hoy archiconocido, Lágrimas socialdemócratas, me permití dedicarle una entrada. Una gotita en el lago de las críticas favorables; un soplido asmático en el alisio en popa de un crucero que ni siquiera es de vela, pues le mueve su propio y poderoso motor.
El beneficiado he sido yo. Santiago no habrá vendido ni un ejemplar gracias a mí. En cambio, el artículo Sorbete de Lágrimas es, con mucha diferencia, el más visto y leído de toda mi serie. Más de 2.100 visitas, casi triplican las 720 de ‘Primero la verdad que la paz’. Gente que acudió al Sorbete sólo por el libro de Santiago, no por ninguna ilustración que valiese la pena.

Complicarse la vida
Cohelet, mi Charlatán, salta de pronto (7: 29):

«Mira no más lo que he encontrado:
Dios o la Naturaleza hizo al Hombre derecho,
y ellos se buscaron muchos problemas».

Tiene que haber cientos de tesis doctorales y gigas de tesinas sobre el porqué de este fenómeno global, esta pandemia y pandemonio de las bitácoras. No he leído ningún estudio de esos, ni me interesan.
No hace mucho di por casualidad en una centralita de blogs, donde se hacía mención de éste con un comentario curioso: « interesante, si supiésemos de qué va». ¿Lo sé yo acaso?
Los artículos más leídos no siempre son mis preferidos. Los temas que más parecen interesar no son los que más me importan. Si escribiese sólo de lo que más me gusta, creo que me gustaría a mí solo.
Pero un simple 100.000 tampoco es como para contemplarse uno el ombligo. Recapitular un poco, eso sí. Tengo que dar un repaso a lo escrito, que ya ni me acuerdo, y me repito.
Con la fiabilidad de las cosas que tocan a la vanidad vana –no a la vanidad metafísica de Cohelet–, y concedida su parte a la impostación del personaje-avatar que el autor manipula, me digo a mí mismo que  en este pequeño infierno de ‘Belosticalle’, donde no hay Tántalo, sí que hay Sísifo e Ixión.
Nuestro Ixión que mueve la rueda es conmigo el grupúsculo de lectores, encabezado por los adictos y amigos de la ‘Argos’. Mucho agradezco sus comentarios, motor principal de la rueda. Sólo les pido me hagan la caridad de no abrumarme con desmesuras que yo no pueda tomar y llevar a cuestas.
¿Y Sísifo? Nuestro Sísifo es Ebuzzing. En esta fase, la piedra rodando cuesta abajo. Hasta que amigos influyentes como Jon Juaristi o Hermann Tertsch vuelvan a ver aquí algún motivo para citarme. O mejor, que Santiago González saque otro título (que lo hará); y entonces sí, al rebufo del nuevo libro tendremos la próxima remontada. 
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[*] El hijo de Anticlea tuvo por padre a Laertes, y así consta en la Ilíada; incluso en este Canto XI, la Nekyia o ‘Auto Infernal’, tenido por apócrifo. Pero otras leyendas y los trágicos hacían a Ulises hijo de Sísifo.