jueves, 26 de noviembre de 2009

Trilingües para la convivencia (y 2)


El sobresalto de la pesadilla nos devuelve a la realidad, y con ella a un sobresalto mayor y más inquietante, precisamente porque estamos despiertos. Porque son individuos de carne y hueso los que plantean una política lingüística impositiva. Impositiva hasta el totalitarismo, unos. Mas suave en apariencia, otros. Pero todos con un objetivo perverso de 'normalización', y comulgando en el disparate de que nuestra convivencia depende del bilingüismo, o sea de la euskaldunización total de la población en Euskal Herria.

Markel Olano, por ejemplo. Si el PNV tienen dos almas –como les halaga que se diga de ellos–, al Diputado General de Guipúzcoa le anima la dionisíaca, no la apolínea. Olano fue un hombre de Lizarra y no oculta su simpatía por un frentismo abertzale como estrategia para neutralizar a los estatalistas o españolistas vascos, 'minoritarios' porque sí. Es su problema. Pero empieza a serlo también para los demás, desde que Markel pontifica para todos.

Por ejemplo, sobre el vascuence. Olano es de los que tienen una idea patrimonial nacionalista del euskera: 
«Las fuerzas políticas estatalistas han empezado a jugar con que el euskera es también de 'los demás', cuando han visto que ganaba fuerza en la sociedad»
Pero vamos a ver, ¿no dicen ustedes que el euskera es patrimonio de todos? Pues no. Sólo los nacionalistas se lo toman en serio. Los otros 'juegan' a que también es de ellos, pero por oportunismo y sin efecto:


«Aunque han demostrado una aparente tolerancia con respecto al euskera, no han tomado ningún compromiso firme y tampoco lo han interiorizado. Pese a que en teoría están a favor del bilingüismo, en la práctica impulsan una política de laissez faire».


No falta aquí un truco retórico burdo, aunque muy frecuente. Los contrarios quedan reducidos a «las fuerzas políticas estatalistas». No pidamos la gollería de referirse a ellos como «los vascos estatalistas». «Fuerzas políticas». Por lo visto, detrás de esas «fuerzas políticas estatalistas» sólo está la pared –que diría Egibar–, no hay una ciudadanía que les ha llevado al poder. En cambio, el 'nosotros' patriótico es el natural  pueblo vasco con sus líderes naturales, los jelkides burukides. Así no es extraño que el estatalismo en este país sea minoritario por convenio, qué digo, por puraputa definición.

Tan nacionalista es el vascuence, que los no nacionalistas lo asumen con frialdad, sólo por su tirón electoral, sin comprometerse con él, al no reconocerlo como la «piedra angular de nuestra identidad». Bueno, Markel no ha dicho esta vez piedra, sino pieza angular, un lapsus sin mayor importancia para un guipuzcoano fabril y febril. Lo que cuenta es que, con ese maximalismo nacionalista, todo, incluido el euskera, se convierte en un problema para la ciudadanía en pleno. 

«Sin euskara no hay Euskal Herria». ¿Opinión particular? ¿idea partidaria? Sería respetable. Pero no es eso, va por todos nosotros, desde que Olano se encara con los estatalistas para leerles la cartilla política lingüística. Una política que no puede ser neutral, cuyos mandamientes se encierran en dos: euskera para todos, y eusquera en todas partes, a todas horas. Eso es euskaldunización, lo demás es jugar sin comprometerse.

Estas salidas y pretensiones de Markel Olano, o de cualquier otro discípulo aventajado de Xabier Arzalluz, por inquietantes que sean, ya no son nada raras. Ellos sí que se han enrolado por oportunismo en los excesos de la llamada 'izquierda' patriótica vasca, con lo que de izquierdismo se quiera pintar un totalitarismo descarado. Preocupante, pero se entiende.

Más chocante me pareció el otro día, 17 de noviembre, un artículo en El Correo, Política lingüística en tiempo de cambio, de José Ignacio Pérez Iglesias. Ya desde el título, pero luego incluso en algun detalle argumental, el ex rector de la UPV coincide con el Diputado General en su preocupación por la suerte del vascuence en manos del Gobierno López. 

Pérez Iglesias es un asimilado o transculturado vasco oriundo castellano, tengo entendido. Desconozco su militancia política, si la tiene, y doy por supuesto que se interesa en el tema a título personal, aunque apela con elogio al «informe 'Euskara XXI', impulsado por el anterior Departamento de Cultura» y en definitiva su artículo es un apremio al actual Gobierno para que «continúe con la labor»... ¿de quién, pues, sino del anterior gabinete? 

Alguna vez el autor llega a expresarse en términos maximalistas propios del ex consejero Campos, al decir que la lengua vasca «no se adquiere hoy en la medida que establece la ley en todo nuestro sistema educativo». Pero lo que más se nota es la misma cuadratura del círculo, la contradicción entre modernidad y arcaísmo, entre libertad ciudadana e imposición totalitaria, que rezuma por todo el artículo. 

«Una sociedad vasca más integrada...», dice. De veras que no lo entiendo; o lo entiendo demasiado. ¿Qué es eso de integrar nuestra sociedad vasca? Una sociedad que ya somos como otra cualquiera de nuestro entorno, con instituciones funcionando normalmente, con una ciudadanía que pagando sus impuestos goza de prestaciones al nivel de nuestros vecinos, incluso con ventaja en algunos aspectos..., ¿integrarla más? ¿integrarla en qué, o como qué?

¡Vamos, suéltelo de una vez: integrada en Pueblo Vasco!

¿A que sí? Sigamos leyendo. ¿A que salen a relucir nuestras señas de identidad? ¿A que se trata de normalizarnos a macha martillo?

¡Rediez, pues es verdad! Empezando por lo primero, el vascuence. Esa sociedad más integrada «requiere que... trabajemos para que la lengua vasca, como patrimonio de todos, sea utilizada con normalidad».

Siempre el mismo lenguaje perverso. Normalidad. En cuanto hablemos todos euskera con normalidad esta sociedad estará más integrada. Patrimonio de todos, ergo vascuence para todos. 

–Pero, oiga, ¿y si esa sociedad no está por la labor?

–Prejuicios. La gente no sabe lo que le conviene, lo bueno que es poder decir las mismas cosas en más de una lengua; en vascuence, en inglés, en turco..., incluso en francés o castellano:


«Para ello es imprescindible que el Gobierno continúe con la labor destinada a superar los prejuicios que rodean al vascuence, que explique la riqueza que encierran el bilingüismo y el plurilingüismo».


Plurilingüismo. Aún no asamos, y ya pringamos. Estamos hablando de la euskaldunización obligatoria de los escolares, y de pronto se cruza un tema que nada tiene que ver: el dominio de lenguas extranjeras. ¿A qué viene eso ahora?

Será prejuicio mío, pero siempre me suena a música celestial ese empeño en vender a los no euskaldunes el vascuence desde arriba –vamos, imponerlo– con el gancho del trilingüismo o la panglosia. «¡Hala! Si sois buenos y os zampáis todo el euskera sin dejar nada en los bordes del plato, de postre tendréis inglés».
–¿Y por qué no invertir el orden? Primero inglés, luego euskera.–Eso sí que no. La sociedad ya se ha pronunciado por una política activa de euskaldunización, y al Gobierno toca llevarla a efecto. Pero sobre todo, el euskera es lengua cooficial aquí, y el Gobierno tiene el deber de hacer que la ley se cumpla, por las buenas o por narices.–¡Acabáramos! La gente, a pesar de tanto consenso, no acaba de ver la utilidad del euskera, y lo que realmente pide (con o sin castellano) es inglés. Es así como se le toma el pelo con la zanahoria inglesa mientras se le sacude con la maquila vasca. Tomadura de pelo, porque atiborradas de vascuence, las criaturas llegan al postre sin apetito.
–El cerebro del niño es de una plasticidad maravillosa. Es como una esponja aprendiendo, sobre todo idiomas. En la escuela se cumple el dicho: el saber no ocupa lugar.–¡Ya, ya! Buenos son los chavales para dejar que les cuelen de matute deberes 'recreativos'. No hay como forzarles, y lo que se cumple es otra cosa: la letra con sangre entra. Pues qué, ¿tanto inglés escolar se domina en las áreas euskaldunes, donde el vascuence se mama?
El ex rector en su artículo alaba y recomienda al Ejecutivo cierto informe 'Euskara XXI'. Si se trata de este producto, lo siento. Estamos siempre en la misma cuadratura de círculo, apelando a no sé que «consenso unánime», del que ya se denunció en su día la ausencia de más de media sociedad vasca –el 70% que son los no euskaldunes (J. Mª Ruiz Soroa, 'Curioso consenso').

El ser científico no siempre vacuna contra el sofisma. Tocando el punto de la demanda de modelos lingüísticos, el ex rector ironiza:


«Hay quien sostiene que la progresión del modelo D obedece a la presión ejercida por el nacionalismo desde las instituciones que gobierna o ha gobernado y que, una vez desalojado del Gobierno vasco, las cosas cambiarán.»


Si se quiere evitar toda apariencia de cinismo, una comprobación científica de la verdadera demanda de modelos D y A requeriría, no tanto haber cambiado el Gobierno, como suprimir la exigencia absurda del vascuence para ocupar puestos donde no hace ninguna falta.

Los caballeros están en su derecho de amonestar a la consejera Celaá sobre lo que debe hacer, según ellos, en política lingüística. Con la misma parresia yo le pido a doña Isabel que no les haga caso. Aun creyendo que lo mejor para todos sería dejar la lengua en paz, admito la política lingüística como un mal necesario, pero lo de 'mal' no se lo quita nadie.

Esto de la lengua propia se ha vuelto una calamidad que no compensa la supuesta riqueza del bilingüismo. El vascuence puede ser, o no, seña de identidad, allá cada uno. Lo que no debe ser –y lo está siendo en gran medida– es un estorbo para la convivencia, que por definición debe basarse en acuerdos de mínimos.


2 comentarios:

  1. Le adoro, Belosticalle. No sabe lo ricas que me saben sus reflexiones, su prosa es tan diáfana que me dan ganas de abrazarle a Vd. Por favor, no olvide a los pobres desgraciados de los profesores, Licenciados universitarios de antaño, que, para poder comer, se euskaldunizaron "de aquella manera" y ahora, una vez superado el preceptivo EGA o PEL 2, enseñan (Dios santo, libres al fin) en lengua de trapo el contenido de sus materias...más o menos.
    ¿Y qué decir de los Barnetegis-Follategis Lazkao, Dios mediante, de necesario cumplimiento?....
    Cuánto dinero, señores, cuánto dinerito rico, y qué de generaciones de chavales analfabetos... cuánto tiempo perdido, qué desperdicio...pobre Escuela Pública... pobres familias castellanohablantes sin recursos obligadas a tragar con esa Escuela.
    Da mucha pena verlos.
    Da mucha rabia saber que los dirigentes políticos, los ricos burguesitos e hijos de industriales megavascos, euskaldunes de cuna muchas veces, siempre se colocaban ellos y sus hijos como la nata, siempre encima. Y el jodido foráneo, eso, que se joda o se largue.

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  2. Esukadi es: "la misma cuadratura del círculo, la contradicción entre modernidad y arcaísmo, entre libertad ciudadana e imposición totalitaria" Imposible definir mejor una comunidad entera en sólo 17 palabras.

    Cuando asistí a la presentación del Instituto por parte del nuevo profesorado de mi hija lo que nos dijeron fue exactamente eso, «¡Hala! Si sois buenos y os zampáis todo el euskera sin dejar nada en los bordes del plato, de postre tendréis inglés», pero lo dijeron de tal manera que los padres salían encantados del futuro trilingüismo de sus hijos (yo salí consternado).

    Sr. Belosticalle es usted brillante. No cierre jamás su blog, salvo que sea para publicarlo como libro. Yo sólo espero que antes de que Átropos corte mi hilo algún político de este país sepa hablar tan claro como usted y se atreva a defender sus principios. Porque lo que usted dice lo siente la mitad de este país y la otra mitad sabe que en el fondo tiene razón.

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