jueves, 2 de abril de 2009

Logomaquias


       Nadie sabe lo que esto dará de sí. Pero hasta los no optimistas, llegado el día, podremos decir que nos quiten lo bailado. Sólo con pensar lo que sería el escenario vasco –por usar la metáfora teatral tan trillada del léxico aberchale– de haber prosperado la candidatura de Ibarretxe, saludamos con alborozo el cambio de cartel y la animación del espectáculo.
       Y no es porque los nuevos empresarios vengan con un cartel de lujo, qué va. Es la nueva oposición la que corre con el gasto, la que aporta ingenio y sal como nunca lo había hecho hasta ahora. El PNV, en especial, se supera de día en día. Urkullu, Ortuzar, Azkarate, hasta Egibar, hasta el mismo Ibarretxe derrochando humor, a ver quién cuenta el chiste más gracioso, la anécdota más divertida…
       Vendrán luego sus adversarios políticos a redondear, a bordar sus ocurrencias. Pero el mérito es suyo, y la Historia en su fallo imparcial e inapelable les reserva el copirray de casi todo el humor del bueno que se derrocha esta temporada.En este espacio tan competido, hay un cómico de popularidad envidiable. Si caigo en la vulgaridad de aludir a su tupé, no tiene mérito, todo el mundo adivina que se trata de Iñaki Anasagasti, caracterizado siempre en escena por el 'tupé' o desparapajo descaradillo y picante de su verbo.
       Hoy mismo, en El Correo, hace una exhibición con un artículo hilarante, ya desde su título: El lobo feroz enseñó su patita Su objetivo es demostrar la rabiosa actualidad de los viejos hermanos Grimm, que «en 1812 escribieron uno de sus cuentos dedicado a un lobo que quería comerse a siete cabritillos» etc.; y aquí Anasagasti cuenta el cuento.
       ¿Qué dónde está la gracia? Pues en que uno de los animalitos del cuento no era en realidad un cabritillo, sino una niña llamada Caperucita de Bermeo. Ya saben, el cuento de Grimm, 'Caperucita o los Siete Cabritillos', escrito al alimón de una sentada en 1812.
       Sólo ha faltado explicitar la moraleja. Añadiendo, por ejemplo, que el supuesto cuento era en realidad una parábola, un panfleto en clave de propaganda política contra Napoleón. Actualizando: a ver si, como José Bonaparte, también el actual intruso Patxi López pierde su atambor en Vitoria. Sería un centenario memorable.
       Aplaudo el bien traído cuento, aunque permítame el maestro ponerle una tilde: demasiado 'prólogo' para tan corto epílogo. Mucho espacio dedicado por don Iñaki a mostrar que los socialistas vascos no van por buen camino, reprochándoles entre otros defectos recurrir a la logomaquia.
       Otra vez esta palabreja. Fue ayer mismo y aquí, en la página dedicada al obispo de San Sebastián monseñor Uriarte. Al hilo de un comentario perspicaz de Cristalina sobre perversión del lenguaje, le dediqué una nota que en su sitio está, aunque voy a destacarla también aquí:

La perversión del lenguaje –decía ella– tanto en el sentido de hacer ambiguos los términos como lo contrario, ceñirse a la literalidad con el fin de omitir significados inconvenientes, es un arma torticera de todo aquél que carece de argumentos. Los adolescentes la utilizan con admirable habilidad...
       Interesado por esa observación sobre el lenguaje en la adolescencia, que invitaría a «calar un poco, lo que tiene de 'adolescente' residual el lenguaje de muchos clérigos (y ex clérigos, obviamente)», me fijé en la misma palabra-insignia, para decirle:
«Es curioso, la palabra logomaquia (guerra verbal, disputa de palabras), tan conocida y usada, me parece que la inventó uno de los autores del Nuevo Testamento, uno que finge ser San Pablo, escribiendo precisamente a un obispo ("Timoteo"), para recomendarle que evite ese vicio a todo trance. Tengo aquí los textos:  
1. Una primera vez habla de la logomaquia, literalmente, como una "patología" dialéctica (1 Timoteo, 6: 4). 
2. De nuevo lo emplea (esta vez como verbo, si se me permite, 'logomaquiar'), para declararlo pernicioso porque lía a los oyentes (2 Timoteo, 2: 14).»
       El término hizo fortuna, aunque tuvo su historia particular. En los siglos III-IV, al plantearse las disputas pre bizantinas en torno a la naturaleza y ser del Verbo de Dios –el Logos–, un primer conflicto dialéctico pasó a mayores y corrió la sangre. Ante este segundo conflicto violento, con sus caleborrocas, atentados y terrorismo por extensas áreas del Imperio , surgieron los konpondus de entonces, empeñados en no distinguir entre ambos conflictos, con una distorsión del lenguaje increíble.
       Ni la misma palabra logomaquia se libró. De su sentido original, que como define Anasagasti admirablemente, «se centra en engañar con palabras para no ir al fondo del asunto», pasó a significar «disputa o guerra sobre el Logos», y por extensión, cualquier 'discusión teológica'. Se abrió la era –también de vez en cuándo la veda– de los logómacos.
       Pero de todo esto más sabe don José Antonio Pagola.
       La palabra como expresión del pensamiento, pero también como envoltura y ocultación del mismo. La mentira como caso límite de una transformación afín a través de la figura retórica. La Retórica, como arte de la persuasión y la disuasión por medio de la palabra… 

       Apasionante, curioso, divertido; y a la vez, demasiado serio para dejarlo a merced de mercaderes de toda laya. Caveat emptor ('ojo, el que compra').

2 comentarios:

  1. Le digo yo, Belosticalle, que Anasagasti leyó ayer este blog, porque tamaña casualidad no se explica.

    Y el hombre, pues anda escocido, qué le vamos a hacer, y suelta esa parrafada llena de amargura, encontrando además la víctima perfecta, Izaskun Bilbao, inocente, joven, bermeana de toda la vida, cuyo "derecho" (manda narices esto también) a presidir el Parlamento Vasco ha sido brutalmente cercenado por esos malos que vienen de fuera.

    No, lo de los treinta años gobernando aquí no cuenta, se supone que quién si no, faltaría más. Tampoco importa que a día de hoy, y como consecuencia de lo aferrados que están a sus asientos, se salten las leyes con la mayor de las impunidades, ni que la Ertzantza sea la policía del régimen ... no.

    Ellos estaban tan tranquilitos en sus puestos ...

    Tampoco se entiende que reproche a López el incumplimiento de sus palabras tras haber afirmado que «Lo único irrenunciable es tener lehendakari socialista. La presidencia del Parlamento no» porque de hecho, lo han cumplido. Lehendakaritza PSE y presidencia del Parlamento PP. Claramente ahí le ha traicionado el subconsciente metiendo en el mismo saco al PSE y al PP, y en otro diferente a ellos mismos, si eso no es frentismo, que venga algún experto en frentismos y lo vea.


    Como buen nacionalista que es, a su discurso se le puede aplicar exactamente el mismo razonamiento certero que ayer aplicó vd a Monseñor Uriarte: Utilización maligna de los términos, que pienso yo que tampoco es exactamente la logomaquia puesto que ésta significa más marear con la palabrería ("¡Como alcalde vuestro que soy os debo una explicación y esa explicación que os debo, como alcalde vuestro que soy, os la voy a dar ...!”) que pervertir el significado de los términos, aunque bien podría ser que la buena logomaquia incluyese tal práctica. Habría que definir de una vez las normas del juego.


    Y de adolescentes, nada (creo yo, vamos) aunque igual que éstos, están cegados por la pasión. Pero los móviles difieren de medio a medio. En el caso de los adolescentes es algo incontrolable, una pasión de amor, sexual, casi (o no casi) animal. La pasión de los otros tiene más que ver con las prebendas, los chollos que se les esfuman al perder el mando, o con el instinto de arrimarse al violento para gozar de su protección, que también. A los primeros, además, les dominan las hormonas juveniles, mientras que los segundos tienen cabeza y experiencia más que de sobra (sobre todo Monse) para ver las cosas a distancia y hablar con objetividad y honradez.

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  2. Qué hay de raro en ello, Anasagasti tiene muy arraigada la costumbre de contar cuentos.

    PS: entonces, ¿no se debe aludir al tupé? qué lástima, con el juego (y el trabajo) que da.

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