lunes, 28 de octubre de 2013

‘Vae victis!’

Amaya Izko, del equipo letrado de Inés del Río Prada,
exulta por su victoria en Estrasburgo

He visto la manifestación de ayer y, como es lógico, no todo lo visto y oído me ha dejado buen cuerpo. Este género de expresión masiva de agraviados es de suyo ingrato. Y no tanto por la motivación triste, ni por la inevitable disparidad de criterios y sentimientos personales. Tampoco por la apatía del Gobierno de turno.
Es, sobre todo, porque movimientos reivindicativos como el de ayer están juzgados y condenados de antemano por quienes pontifican sobre ‘víctimas de uno y otro lado’, y sobre ‘proceso de paz irreversible, sin vencedores ni vencidos’. Y lo hacen  desde ese nivel de superioridad moral que sólo otorga el tener la razón de su parte, o el ser de izquierdas, o en fin, ir de cínico caradura. Y lo primero no es el caso.
Son los que reprochan a las víctimas y no tan víctimas, a quienes no comulgan con el buenismo progre como a talionistas despiadados, vengativos y rencorosos. ¡Ellos, a nosotros! Figúrese usted, sólo por un rato, estar en el punto de mira (Dios no quiera) de terroristas o nacionalistas radicales: va usted a enterarse de lo que es rencor y de lo que significa despiadado; va usted a ver (y padecer) lo que entienden ésos por reinsertar a disidentes como usted. Va usted a acordarse toda su vida de lo que dijo el bárbaro: «¡Ay de los vencidos!».
Y venga mantra de la reinserción como objetivo prioritario de la pena. Tanto así, que más parece un deber de la sociedad que del propio delincuente. Acaba de repetirlo por enésima vez el buruquide Joseba Egibar, aunque él se refiere a la «política penitenciaria».  Que por más que él lo enrede (o se le enrede en la cuerna frondosa), no es lo mismo que la filosofía del Código Penal.
[Bueno, Egibar va más allá, pues repudia el Pacto Antiterrorista por utilizar estratégicamente la política penitenciaria como «instrumento de persecución de las bandas criminales». Y claro, «si la política penitenciaria se concibe de esa manera, es evidente que olvida lo que es el objetivo de una política penitenciaria, que es la [sic] de resocializar o reinsertar»... Pero hombre, aunque así fuera, primero habrá que diseñar alguna estrategia para perseguir a los reinsertandos, máxime si operan como banda armada. Y para resocializarlos, antes habrá que echarles el guante.]
„O Straßburg, o Straßburg“
Nunca me gustó el ‘arreglo Parot’. Tampoco me gusta llamarlo ‘doctrina’, no sea que mañana otro día los nuevos licenciados en Derecho se figuren a Parot algo así como el rival de Beccaria.
A propósito, el lunes 25 de marzo escribí este comentario:
«El día 20 [de marzo] pasado, la llamada ‘doctrina Parot’, en la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, quedaba vista para sentencia…  A los Altos Magistrados de Estrasburgo el tema no les pilla de nuevas. Ellos saben perfectamente de qué va la cosa… Mis respetos y mejores deseos para un alto, Altísimo Tribunal, que por esta vez, inapelablemente, se retrata.»
Ya se ha retratado. Y en verdad que su arreglo del arreglo es bastante peor que el arreglo mismo. Dicho sea desde mi profanidad, pero eso sí, leída la sentencia de cabo a rabo, en su versión gala
Realmente elegante el francés, para estos menesteres. Fuera de eso, no hace falta mucha ciencia jurídica, sólo un poco de lógica, para ver y entender las incongruencias y hasta contradicciones en que incurre.
Dejo de lado el tranquillo, más propio de abogados picapleitos, apelando a lo ‘imprevisible’ por parte del reo, para meter con calzador la retroactividad supositicia. De ello se ocupa por extenso el juez G. Nicolaou en su ‘Opinión concordante’ (págs 55 y sigs.; ver n. 13). Que será ‘concordante’, pero les arrea a sus colegas en todo el hocico.
Por esa regla, el Gobierno de España no tiene derecho a exigir al reo nada a cambio de los beneficios penitenciarios. Nada de comprobar si hay fraude de ley; si realmente estudia o trabaja para redimir su pena. Basta con que el interno vaya trazando marcas con tiza en la pared, a beneficio del tiempo; porque cualquier otra cosa sería introducir un imprevisto en su rutina, y eso es retroactivo. Nada de sondear indicios de regeneración moral y capacidad de reinserción (arrepentimiento, colaboración con la justicia etc.), que eso es entrar retroactivamente en el jardín de lo imprevisible.
Otra curiosidad de una sentencia tan relacionada con el terrorismo. Ni una sola vez hallo tal palabra en las 69 páginas de la misma. ‘Terrorista’ sí, pero como sustantivo personal sólo dos veces, y las dos en textos de los jueces españoles disidentes de la ‘doctrina’, a saber, terrorista el propio Parot (n. 39, pág. 14 y n. 42, pág. 17). Ni una sola vez Inés del Río Prada es reconocida como terrorista por Estrasburgo.
De las ocho veces que se usa el término ‘terrorista’ como adjetivo, tres corresponden al texto del juez de Estrasburgo G. Nicolaou (‘actividades terroristas’, ‘violencia terrorista’, ‘crímenes terroristas’). Las otras cinco pertenecen a textos de la Justicia española (‘organización terrorista’, ‘infraccciones terroristas’, dos veces,  y ‘atentados terroristas’, otras dos). Ni una sola vez se moja la Gran Sala en el mar rojo del terrorismo.
El Fiscal Calparsoro
Y eso que el terrorismo de ETA debería importarles algo, si no por ser un crimen de Derecho internacional, al menos porque de algún modo lesiona derechos humanos de personas, unas como víctimas mortales, irreversibles (mejor que retroactivas), otras como perjudicados física, psíquica y moralmente. Y aquí va incluida la ciudadanía de bien, obligada a escuchar de boca de un Fiscal Superior, nada menos, que en nada puede ofenderles la vecindad en libertad de una ex asesina, «que lo ha sido sin duda, pero ya no lo es», y que «ha cumplido con la sociedad». A don Juan Calparsoro sólo le faltó añadir, ‘religiosamente’.
¡Cómo, que ha cumplido, quien sin haber resarcido a sus propias víctimas se permite reclamar y reclama a esa misma sociedad le resarza con 60 000 euros, por daños morales! Menos mal, los hombres sabios de Estrasburgo le dicen que no vale tanto, que con 30 000 va lista. Bien es verdad, tampoco le sugieren que emplee esa suma en paliar daños a derechos humanos que la perceptora ha causado y tiene pendientes.

La naturaleza terrorista del llamado ‘affaire Del Río Prada’ debería haber pesado algo más en Estrasburgo, también por otra razón. La mujer del ‘affaire’ no sale libre sola. Le sigue medio centenar de ‘affairés’ más, todos de la misma ralea.
Aquí en el País Vasco nadie, por lo visto, le debe nada a ETA. Pero ETA sigue existiendo, sigue emitiendo comunicados y sigue armada, por algo será. Está débil, cierto; pero la Gran Sala de Derechos Humanos acaba de doparla con una inyección vigorizante. Medio centenar de ‘legales’, que también han cumplido con la sociedad, y aunque ni se arrepienten ni colaboran, se reinsertan automáticamente, en olor de recibimientos, aplausos y homenajes, van a ser estos días la noticia. Muchos adolescentes y niños les verán como héroes a imitar.
Merçi bien, Strasbourg. Tu nombre de ciudad siempre me trae a la memoria el lied archifamoso, que mi vetusta antología alemana atribuía falsamente a Goethe:


O Straßburg, o Straßburg, du wunderschöne Stadt,
darinnen sind begraben so mannicher Soldat.


Bellísima ciudad, maravillosa, Estraburgo. Doy fe, porque te he visto. Y en adelante seguiré acordándome de tu canción; pero ya en versión más seudo goethiana (y no me refiero a la apropiación nazi):
darinnen liegt begraben das Recht und der Rechtsstaat.

Estrasburgo, Estrasburgo, peregrina ciudad,
do yacen sepultados Derecho y Equidad.







7 comentarios:

  1. Como siempre, excelente.

    ResponderEliminar
  2. Está claro: como los españoles hemos votado a un gobierno de la derecha, nos consideran fascistas malos.
    Y a los terroristas de ETA, unos héroes que luchan por su Patria Vasca.
    A los de la banda Baader Meinhof, a esos sí les consideraron terroristas, y a los de Septiembre Negro que asesinaron a los atletas israelíes en Munich… Pero claro, esos no mataban a "Fascistas Invasores Malos "…
    ¡ Que daño nos han hecho los "héroes de la Resistencia", con sus voladuras heroicas de trenes de pasajeros nazis ! .

    ResponderEliminar
  3. Menudo panfleto fascista hasta decir basta. Seguro que usted aplaudió con las orejas la liberación de Galindo. Qué rostro más duro. Fascismo en esencia.

    ResponderEliminar
  4. «Panfleto fascista», «Fascismo en esencia».

    Son apreciaciones de alguien que tal vez conoció y padeció en carne propia el fascismo. O tal vez no. Yo diría que no, por la referencia a Galindo, como quien aporta la prueba del nueve.

    Galindo con sus GALes, y el Sr. X que los fundara, jamás han tenido mi aplauso. No suelo apludir lo que desprecio. Pero lo último que se me ocurriría es otorgar a esa chapuza criminal la aureola trágica del Fascismo.
    Cosa que, en cambio, cuadra a ETA y a su Pulpo Político.

    Y hete aquí que de pronto me descubro fascista –y fascista en esencia–, porque así me etiqueta un Sr. Anónimo.

    Diga que no le gusta lo que escribo, insúlteme si le desahoga, pero, por favor, no frivolice.

    ResponderEliminar
  5. ¡Qué excelente artículo!

    Y para colmo, a la ciencia una la paciencia

    ResponderEliminar
  6. Ze gurutze!

    Un ejemplo más entre los tantos tontos tópicos que tan brillantemente denuncia el profesor Arteta (otro fascista esencial, seguramente), el epítero "fascista" en boca de quien no sabrá de Mussolini ni un renglón. No digamos ya de la raíz histórica del movimiento de los camisas negras, obteniendo su simbología de la Roma Republicana (la de antes de Julio César, Anónimo, no la de después de Garibaldi). El insultador, no hay pruebas de ello, se asemeja mas bien a un lictor ("lictor", Anónimo, no lector; no tome por errata lo que es señalamiento) voluntario, que sigue reverentemente a sus amos sin querer enterarse mucho de lo que son o representan. Es mejor el calor de establo que el aire libre para quienes tienen, no ya miedo, sino terror pánico a la libertad.

    ResponderEliminar
  7. La entrada ha molestado al anónimo de las 18:21, posiblemente porque ha chocado con su visión de las cosas. Todo parece indicar que, a falta de argumentos para rebatirla, ha optado por el tranquilizador recurso de desautorizar a su autor tachándolo de fascista (también podría haberlo llamado antropófago, eso es lo de menos). El caso es que así se evita una discusión que sospecha perdida de antemano y que, adivina, alteraría su confort psicológico. Así, también, uno se va acostumbrando a recelar de la razón e incluso de la realidad (que posiblemente también es fascista) Pero mientras tanto se vive bien.

    ResponderEliminar