miércoles, 10 de octubre de 2012

Los ‘Improperios’



La liturgia de Pasión, en su programa catártico, ofrece un número especialmente incisivo: los ‘Improperios’, que preceden a la adoración de la Cruz.
Improperium es un término latino tardío y más bien raro, que de suyo  significa ‘reproche’, y en el lenguaje eclesiástico, en plural (Improperia), vino a designar esa pieza que se canta el Viernes Santo. Ese plural permite traducir el conjunto como ‘El  Alegato’ [1]
La forma es antifonal o dialogada: El improperante –Dios, Cristo– llama a capítulo a su pueblo y ante él va desgranando un rosario de reproches sobre este estribillo:

«Pueblo mío, ¿qué te he hecho?
¿en qué te he agraviado? Respóndeme.»

Yo te saqué de Egipto, tú a cambio has crucificado a tu Salvador.
Yo te guié por el desierto cuarenta años, alimentado con el maná, hasta la      tierra prometida. Tú en cambio…
¿Qué más debí hacer por ti, que no hice? Yo te planté, mi viña hermosa.   Pero tú te has vuelto agraz…

A cada reproche, el pueblo pide clemencia. Y cosa curiosa, lo hace en griego y en latín: «Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, eleison imás, miserere nobis, apiádate de nosotros».
Sobre estos improperios, cantados en su melopea gregoriana, se han lucido  grandes polifonistas como Palestrina o Victoria. El Popule meus de Tomás Luis de Victoria se canta de mil maneras. En el coro de mi colegio, con los altos de falsete y pocos tenores, los bajos éramos la voz cantante. Por esa razón me cuesta encontrar, entre tantas versiones, ‘la mía’.  
 Algunos han querido ver en los Improperios un alegato antijudío. Es verdad que en la liturgia no han faltado piezas y expresiones con carga antisemita. Pero no es el caso, creo yo; o al menos no hay aquí más antisemitismo que el que pueda haber en la Biblia Hebrea, pues los Improperios están calcados en un texto de Miqueas (6: 4 y sigs). Con un detalle que me interesa destacar, ya que en nuestras traducciones pasa desapercibido. En hebreo Dios no dice, «pueblo mío… respóndeme», sino literalmente «responde conmigo» (‘aneh bî), es decir, ‘defiéndete’, o incluso ‘denúnciame’, ‘reclama’ [2].
Y es que esta parte del libro de Miqueas, en el colmo de la sátira, se abre con una querella de Dios citando a su pueblo a juicio, sólo que cambiados los papeles: ellos, el pueblo, como los eternos agraviados, acreedores de una deuda impagable, pretexto para todo suerte de desaires de la buena gente a su deudor Yahweh. ¿Nos va sonando de algo, o todavía no?
Perplejo el Buen Dios, como de igual a igual, les pone pleito o ‘baraja’… ¿ante quién? Ante el paisaje natural, ante el orbe terráqueo. Y este es el pregón [3]:

Oíd agora lo que Adonay dize:
Levántate, baraja delante de los montes,
y oigan las cuestas tu voz.
Oíd, montes, la baraja de Adonay [4],
y los fuertes cimientos de la tierra,
porque Adonay tiene baraja con su pueblo,
y con Israel se razonará:
Pueblo mío, ¿qué te hize?
¿y con qué te cansé? ¡Atestigua contra mí!

Estamos como digo en el cap. 6 de Miqueas. Segunda parte, de tres, nos advierten los analistas de este librito bíblico, que se lee todo él cómodamente en un cuarto de hora.
Miqueas fue un profeta judío del siglo VIII a. de C., algo más joven que Isaías, al que en cierto modo hace contrapunto. Isaías es un profeta cortesano. Miqueas, a sólo 20 leguas de la capital, Jerusalén, es un provinciano en trato directo con la masa rural. A ésta dedica sobre todo el panfleto de los improperios.
Tengo una fijación, lo confieso: cada vez que sale a plaza el victimismo nacionalista –y mira que últimamente sale mucho–, me acuerdo de los dichosos  improperios.  Aun no se había muerto Franco del todo, y ya aquel tan «atado y bien atado» petate que él nos legó se suelta solo, y lo que de él va saliendo son los artículos de una Constitución que es la negación de casi toda la obra del Caudillo. Casi toda. Se respetó la monarquía sin chistar; y aunque en principio también se salvó la España Una, ésta ya con la novedad de las Autonomías.
Este invento era como la cuadratura del círculo.  Contentar a todos repartiendo parcelas de libertad, y a la vez molestar a todos, haciendo las parcelas desiguales, privilegiando a ciertas autonomías. Con estas comunidades ‘históricas’ de clase preferente se extremó la consideración y el mimo, manipulando la representatividad democrática, de modo que sus aspiraciones políticas fuesen viables, aun las más audaces. Y eso no sólo dentro de sus territorios respectivos, sino con efecto para todo el  Estado Español.
No es preciso seguir. Tales reliquias medievales en el siglo XX eran un agravio comparativo y un lastre. Pero lo que se reveló mucho más grave (con ser gravísimo lo dicho), sin esperanza alguna de saciar el apetito de los privilegiados. Como dice la Escritura –‘Palabras de Agur’, en Proverbios, 30: 15-16–:

«La sanguijuela tiene dos hijas: ‘Daca’,  ‘Daca’.

Tres cosas hay insaciables,
cuatro que no dicen basta:
sepulcro, vulva mañera,
y tierra sedienta de agua,
más el fuego, que no les va en zaga.»

La Biblia se expresa aquí en proverbios o refranes, pero se explica divinamente.
Volviendo ahora a nuestro Miqueas, resulta que el libro en su primera parte es otro panfleto igualmente en forma de juicio, aunque diferente. Aquí es Dios el que baja en pompa al país, no a querellarse con el pueblo, sino a pedir cuentas a sus clases privilegiadas, que atentas al poder y al expolio descuidaron el liderazgo.
Aquí entraban la aristocracia y el clero, pero sobre todo, para Miqueas, la clase política profesional de entonces: los llamados ‘profetas’, divididos en ‘escuelas’ a modo de nuestros modernos partidos políticos.
Todos estos eran los responsables directos de la quiebra y el desastre. ¿Su crimen? Miqueas lo pinta en dos brochazos, como una carnicería y banquete de caníbales devorando al pueblo. Insaciables, una vez consumida la carne magra la emprenden con los despojos y la casquería, roen la piel, se monda y se chupa hasta el último hueso.
Despilfarro, rapiña, promesas falsas… Porque de eso se trata (cap. 3). Miqueas no es ningún predicador moralista tonante contra las costumbres de los ricos y las ricas. El pecado de los grandes se llama mezquindad, codicia, cortedad de miras, dejación de liderazgo auténtico, prostituido a expolio y demagogia.
Ni que decirlo, esa sociedad va al desastre. ¿Adivinamos por dónde empieza? Pensemos un poco. O bien, recordemos el título de la entrada anterior: Caligo futuri.
En efecto, así es. Se empezó mintiendo en las cuentas, los cálculos, las previsiones…:

«‘Todo va bien’, decían mientras se llenaban los bolsillos; y si alguien se resistía o les llevaba la contraria, esa era el enemigo del país, y le declaraban la guerra santa.» (3: 5)

El resultado es un apagón de los oráculos, con el esperpento de unos invidentes trazando el camino con el bastón del ciego: «Pasó con Samaria, que hoy se ara como un campo, y pasará con Judea. Por vuestra culpa, Jerusalén será un montón de piedras, con el Monte del Templo asomando entre la maleza.»
Así concluye el capítulo 3 y primer auto de un juicio sin apelación, sin esperanza.
Hay que saltarse los capítulos 4 y 5 para ir directamente al capítulo 6, el auto segundo que hemos visto. ¿Cómo así? Una mano piadosa, pensando sin duda que con tres capítulos ya está bien de calamidades, enmendó la plana al profeta anticipando un final feliz. Porque como ocurre en tantas profecías bíblicas, el Miqueas que nos ha llegado tiene su colorín colorado, con contrición y lágrimas y perdón divino. Y como digo, de ese final se trajo aquí, a mitad de la historia, un corta y pega, valiente chapuza.
Lo del final feliz –siempre al final, obviamente– tiene su lógica en la Biblia si, después de todo, el Señor no desea quedarse sin pueblo, sin clientela. Por tanto, queridos hermanos, la profecía concluye con un rescate en toda regla.
Un rescate donde, de entrada, Dios aporta el capital más valioso para cualquier país: un líder carismático, un mesías [5]. Cuidado, pues. Se trata de una profecía bíblica, religiosa, y nuestro mundo laico no está tan seguro de «promesas juradas a nuestros padres desde los días antiguos». No somos antisemitas, pero tampoco somos todos judíos.
Y aunque lo fuésemos. Porque, en segundo lugar, ese rescate así leído en un pis-pas, con mesías y todo, no es tan simple, ni rápido, ni hacedero. Está  condicionado a un escarmiento de la gente, un cambio general de mentalidad. En suma, que nada sale gratis a nadie, ni siquiera a los pueblos elegidos.
Compréndase ahora por qué me acuerdo tanto de los Improperios y de Miqueas:

       Mirando la sonrisa fenicia de un Arturo Mas, tan satisfecho no se sabe bien de qué futuro de su Camelotaluña, que él augura...
Mirando a los ojos de un Mariano Rajoy pidiendo luces, mientras  medita improperios (temibles como suyos) contra el muy honorable Augur Mas...
Mirando a los otros visionarios que nos rasgan el velo del porvenir: a un Ruiz Gallardón, que ya nos ve fuera del euro si Cataluña se nos va (al euro, se supone), mientras García-Margallo pronostica que nosotros corremos con el gasto del viaje, más los alcances del Mas…
Si a tan buenos creyentes los profetas bíblicos les inspiran tan poco, pueda este curioso dubitativo escrutar las Escrituras, espigando lo que tienen de sabio y de humano. Otra vez fue Qoheleth, el Charlatán.  Hoy ha tocado Miqueas, que tal parece estuviese profetizando de nosotros: 
España crucificada sobre un Calvario de ruinas: «Pueblo mío Cataluña, Pueblo Vasco, ¿qué te he hecho yo? ¿en qué te he ofendido? ¡Responde!...»
Así de paso aprendemos a improperar a quienes son tan sosos improperando.

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[1] En el DRAE, el improperio lleva carga de ‘injuria grave’, «especialmente la que se emplea para echar a alguien en cara algo». En el Diccionario de Autoridades, dejándolo en simple ‘injuria’ y con cita del Doctor Navarro (Martín de Azpilcueta), se recogía el matiz de «dar en rostro a uno, con algún bien que se le hizo estando en alguna necesidad». Es referencia evidente a los Improperios de la liturgia.
[2] «Atestigua contra mí», en traducción al ladino aljamiado. Uso la edición de Constantinopla, Estampería de A. H. Boyagián, 1873, 2: 254b. Cfr. Introducción a la Biblia de Ferrara (I. M. Hassán, ed. y coord.), Siruela, 1994, págs. 405-408; ver facsímil en pág. 406.
[3] Según la misma traducción en ladino. Baraja, barajar, son palabras del castellano antiguo que se han conservado en ladino, con la acepción de ‘altercado’, ‘querellarse’. En DRA hay que ir hasta la acepción última de barajar para encontrar: «13. (intr.) reñir, altercar o contender con otros»; y para baraja lo mismo, aunque con menos propiedad: «3. f.  riña, contienda o reyerta entre varias personas. U. m. e. pl.» (?). ¿A qué viene esa exigencia de pluralidad, si para reñir dos se bastan?
[4] Adonay (el Señor) reemplaza en la traducción al tetragrama YHWH para evitar así nombrarle, según la tradición judía, respetada también por los LXX traductores al griego y por los cristianos.
 [5] A propósito de ese mesías salido del pueblo, Miqueas tuvo un detalle al que debe su popularidad, y es que para figurarlo como un segundo rey David, le hace natural de Belén (5: 2), cosa que los cristianos tomaron al pie de la letra (Mateo, 2: 6).



12 comentarios:

  1. Precioso comentario, y tristísimo Profesor Belosticalle , (bueno, excepto lo de la vulva mañera, que me ha cogido de sorpresa, y me he atragantado de la carcajada ).
    Voy a buscar entre mis discos de música litúrgica ortodoxa, a ver si encuentro una versión de los improperios ( que los rusos y los de los países bálticos, los caucásicos, etc tienen unos bajos fabulosos, no sé si será por la vodka, por la remolacha, o por las huevas de esturión ).

    Si lo consigo encontrar, ya intentaré copiarlo para usted, en agradecimiento.
    Lo malo es que ¡soy tan bruta para esas cosas !

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    1. ¿Tristísimo comentario? Mi querida Viejecita, por favor, no diga eso. Tan lejos está de aquí la tristeza, que usted misma reconoce haberse reído a gusto.
      El vigor de los ‘Improperios’ está en el sarcasmo, de otro modo son blandengues y sin sentido. Si la coyuntura política me los hace recordar, es por lo esperpético y ridículo. Penoso, eso sí, y bochornoso, pero sobre todo ridículo. En ese sentido sí: tristísima la situación, no el comentario.

      Lo de la ‘vulva mañera’, que le ha hecho gracia a usted, como a mí, es la traducción castiza en mi biblia favorita. La merqué en Barcelona, en 1955, en un cuchitril de libros de lance de la calle Tallers. Si sigue mi enlace se hará una idea, porque es la misma edición de Constantinopla. Una delicia de castellano ladino, que ni siquiera traduce, sino que ‘traslada’ (así dice) al pie de la letra calcando el hebreo. Siempre la leo con gusto, porque además de exacta derrocha gracia y salero.

      Más tarde supe por el difunto don Jacob Hassán, del C.S.I.C., que esa edición y traducción no es judía auténtica, sino un producto de la Sociedad Bíblica de Londres.

      «Pero no me negará usted que es buena.»
      «Buena no, buenísima como versión ‘calco’. Sólo que no es judía; es, digamos, obra de ‘misioneros’ cristianos».


      Así sería; pero mientras que el ejemplar del Consejo, que me mostró Hassán, estaba como nuevo, el mío está muy manoseado por hebreos, escolares supongo. O sea que los sefarditas la reconocieron por suya. ¿No la harían ellos mismos, por cuenta de la Sociedad?

      Dejemos eso, señora mía.

      Mañera, según Covarrubias (1611), es «la muger que, aunque es moça. no concibe, por cierto vicio de la matriz, que con la boca de ella, como con la mano, desvía la simiente del varón». Sin meternos en honduras, en castellano antiguo mañería era la carencia de hijos, equivalente a ‘esterilidad’. Así mañera como adjetivo es ‘estéril’, aunque también significó ‘moza’.
      Los LXX traducen el eros femenino; la Vulgata, os vulvae: una machada muy de san Jerónimo, que no es de recibo.

      Un saludo afectuoso, y sepa que me alegra infinito verla por aquí. Y no deje de traernos los improperios en eslavo, tiene que ser estremecedor.

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    2. O sea, que es un poco lo que decía "La Rosario" de "Los Gozos y Las Sombras " ; "me parece a mí que soy machorra", antes de ofrecerle a Pilar Bardem la pulsera si empreñaba...
      No he encontrado Los Improperios entre mis discos de música ortodoxa, pero los he oído ( posiblemente en un momento en que no tuviera dinero ni siquiera para libros y discos - esos momentos me duraron años- ) , pero los sigo buscando, porque los recuerdo como una maravilla, y cuando los encuentre, pediré que me manden un ejemplar para usted también, y se lo enviaré a través de Doña Pussy...
      Que se lo debo.
      Sus comentarios, y sus músicas, y sus recomendaciones de libros, son demasiado estupendos como para no sentirse en deuda.
      Tardaré, pero no se me olvidará.

      ¡¡¡Y Muchas Gracias por Todo !!!

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  2. ¿Vulva mañera? A ver, a ver... ¿no será mañanera? A ver si va a venir la Sociedad Protectora de Mañas del Pilar a protestar por aquí...
    Sí, a mi también me ha hecho gracia, nada nuevo bajo el sol.O sí, que nunca había oído yo semejante comparación.

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    1. Usted lo habrá escrito de chufla, doña Pussy, pero las Mañas del Pilar, y todas las mañas y maños de Aragón, tal vez no anden tan lejos de la mañería, según el Corominas.

      Ya habrá visto en mi respuesta a doña Viejecita que ‘mañera’ significó también doncella o moza.
      Dicen que ‘maño’ viene de ‘hermano’; pero igual de fácil es hacerlo derivar del bajo latín mannus, el que no concibe ni pare, como el mulo. O para qué ir tan lejos, como el macho, man. Así una manna bien pudo ser ‘maña’, incluso del Pilar.

      Y metidos en esa harina le diré más, como a vasca: algunos ven posible relación del bajo latino mannus/mandus con el vascuence mando, el macho o mulo. Aquí me planto y agur.

      (Que, por cierto, el Agur de ‘Palabras de Agur’ es un perfecto desconocido, pero no era vasco.)

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  3. Barakah, es Oración y "bendición"(protección) a la vez, por eso también tiene significado de rayo (barak) lo que une el cielo y la tierra (en ambos sentidos, como recientemente han demostrado las cámaras de alta velocidad)

    http://judaism.about.com/od/glossary/g/bracha.htm

    http://concordances.org/hebrew/1300.htm

    Se pretende un explicativo de algo mas antiguo basado en algo mas moderno, el castellano ni estaba inventado cuando ya se usaba baracha con ese sgnificado.

    Bueno, si se puede si lo que se pretende es reescribir la Historia desde un punto de reseteo cultural.

    Nuestra "baraja española" probablemente es una especie de Cleromancia con ese origen etimológico expulsado con los judíos del explicativo y del dogma explicativo.

    Una gozada de blog, felicitaciones.

    Yo Claudio.

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    1. Estimado Yo Claudio, agradezco su elogio y celebro su contento por este trabajo.

      En cuanto a su tesis sobre el origen hebraico de baraja, barajar, siento decirle que no estoy de acuerdo, y tras la intervención de Sursum corda no tengo excusa para callar.

      He de ser muy breve. Sus etimologías hebraicas son incompatibles entre sí y imposibles para el castellano:

      Incompatibles, porque una es la raíz BRK (rodilla y bendición) y otra BRQ (relámpago, rayo).

      Imposibles, porque en todos los documentos medievales hispanos en bajo latín aparecen los vulgarismos baralia, baraliare (‘a baralia et a contensa’, a baraja y a contienda, León, año 1045), o también baralla, barallare (‘nulla baralla neque pleitu’, ninguna baraja ni pleito, Sta. Cruz de Jaca, 1155), también baraia, incluso baralga. Puede ver abundantes ejemplos en el Léxico hispánico primitivo (siglos VIII al XII), edic. de Manuel Seco, Espasa-Calpe, 2004, pág. 84.

      La palabra ‘baraja’ (pelea o disputa), que aparece en castellano ya desde el Poema del Cid, desaparece en el XVI de nuestra lengua, conservándose en el judeo-español o ladino. Ahora bien: los judíos (y fíjese en esto, señor mío) en su escritura aljamiada no escriben nada parecido a barakha ni baraja, sino baraža (pron. aproxim. baracha (baradcha), o sea que para nada lo relacionaron ellos con la raíz hebrea BRK ni, por supuesto, con BRQ. (Siento no tener a mano en este momento el Dictionnaire du judéo-espagnol de Nehama y Cantera (Madrid, 1977), aunque con lo dicho basta.)

      Cada cual es libre para poetizar y hacer cábalas, la lexicografía es otra cosa.

      Un cordial saludo y sea siempre bienvenido, usted y lo que guste comentar.

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  4. Anónimo:

    Se equivoca. Revise lo que dice:

    http://concordances.org/hebrew/1288.htm

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  5. Profesor Belosticalle
    He estado unos días en Roma, y he buscado allí en las tiendas especializadas en música sacra, pero no he encontrado música ortodoxa. Y ahora, a la vuelta, me he recorrido todas las opciones de discos de Liturgia Ortodoxa en Amazon.com, y sólo he encontrado un par de CDs de liturgia del Viernes Santo ruso, especializados en las voces de Basso Profundo, ( me imagino que los Improperios figurarán en el disco, porque son, además de la música para el descendimiento de la cruz, lo más importante y más famoso dentro de la música del Viernes Santo ruso, aunque como está todo escrito en ruso, y con el alfabeto Kyrílico, yo, ni flowers de lo que pone).
    Pero cuando los he ido a encargar, resulta que en este momento ambos discos están "unavailable". He pedido que me avisen en cuanto los tengan en stock, pero me da que van a ser bastante minoritarios, y que puede que tarden.
    Pero existir, existen. Doy fe, que los escuché una vez, aunque en aquella época ni hubiera todavía CDs, ni DVDs, ni YouTubes, ni, por supuesto, Amazon, (ni yo hubiera tenido el dinero para comprar nada...)
    Así que, tardaré, pero antes o después, los de Amazon me los mandarán, y yo se los mandaré a usted. Aunque nunca pensé que fuera a ser un proceso tan lento.
    ¡Ya siento!

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    1. Lo que más me impresiona, querida Señora, es saber que en una ciudad como Roma ha dedicado usted un recuerdo a este blog.

      Leído su post, he desempolvado un par de cintas, como fondo de mi respuesta emocionada.

      Sepa el orbe terráqueo, y el concierto de las esferas sea testigo, que a la salud de doña Viejecita estoy en este momento escuchando música ortodoxa (Grecia y Bucarest), aunque no de Pasión.

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    2. ¡Que apuro!
      ¡ Muchísimas Gracias !

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  6. Maestro Belosticalle, me estoy poniendo al día después de unas semanas de intenso trabajo, y leer esta entrada me ha parecido especialmente interesante.

    Resulta que ahora estoy leyendo “Why nations fail”. Llegué al libro por un artículo de César Molinas en El País, que describía a los políticos españoles como una clase extractiva dedicada a parasitar la riqueza del país dejándolo hecho unos zorros mientras ella, la élite política, se hincha como una garrapata. Su teoría se inspira en el libro de Robinson y Acemoglu, que así se llaman los autores de “Why nations fail”, que defienden que el secreto para que unos pueblos triunfen y otros se estrellen está en si se han conseguido evitar que las élites políticas monopolicen el poder y lo ejerciten para su propio beneficio, o sí, por el contrario, el poder está más repartido de modo que los ciudadanos tienen incentivos para trabajar e innovar. En nuestro caso resulta evidente que los partidos están comportándose como una ameba voraz, que ha creado un sector público a la medida de su apetito (asfixiando al sector privado), y que está fagocitando con éxito al poder judicial.

    El caso es que encontrarme ahora con que el profeta Miqueas tenía una opinión de sus políticos muy similar a la que nosotros podemos tener de los nuestros me induce a pensar que estamos ante un problema estructural, y que el comportamiento de los hombres cuando acceden al poder no ha variado sustancialmente con el paso de los siglos.

    Y ahora voy a seguir leyendo sus entradas. Un abrazo.

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