lunes, 16 de abril de 2012

Provincias Exentas (3)



Amigos del País de los Amigos
Si el juntero guipuzcoano Conde de Peñaflorida, como Delegado en Corte por la Provincia (1758-61/62) usó de epiqueya para atender asuntos propios, no está claro en qué concepto entraba su proyecto de la Bascongada. Porque nada más volver, y de manera harto extraña, Munibe presentó a Juntas Generales e hizo aprobar un Plan de una Sociedad Económica, o Academia de Agricultura, Ciencias y Artes Útiles, adaptado a las circunstancias particulares de Guipúzcoa.
Extraño, sí, porque el documento, sin nombre de autor y avalado por las firmas de 16 junteros, con el Conde a la cabeza, se admitió sin debate, aunque al editarlo en los Registro de la Provincia se hizo con paginación independiente. Ahora bien, un año después (1764)  se produjo el acta fundacional de la Bascongada, con lista de 17 socios fundadores bien distinta de aquélla. Tampoco parece que a todos los junteros les sentó bien la novedad. En su momento lo veremos.
De ahí en adelante, hasta lograr la aprobación y amparo como Real Sociedad (1770), se puentea a la Provincia y la tensión subió de punto. Pero es que también con Madrid hubo sus más y menos.
Y es que ciertos fundadores con ideas muy propias a veces tienen que proceder de forma tortuosa para salir adelante. Máxime cuando esas audacias se van perfilando sobre la marcha. Pensemos por ejemplo en José María Escrivá ‘barruntando’ –como él decía– su futuro y metamórfico Opus Dei. O sin salir de Guipúzcoa, Íñigo de Loyola, en una gestación de la Compañía de Jesús tan mutante, que al propio fundador le mudó la personalidad y hasta el nombre, haciéndose llamar Ignacio desde que puso los pies en la corte de Roma.
Esa gestación difícil afecta, sobre todo, a las sociedades con cierta vocación de cuerpo extraño o ‘estado dentro del estado’, incluidas las que el vulgo entiende por ‘mafias’ y masonería.

Un asunto de familia
La Bascongada desde sus orígenes tuvo buen cuidado de ir perfilando por escrito la imagen que el fundador iba deseando para la posteridad. A su muerte (1785), el empeño se alargó en abundantes escritos, con más difusión de los favorables, obviamente.
Nunca se ignoró del todo la evidencia de sombras en la obra y en su creador, como tampoco en definitiva el fracaso de una Bascongada que había, como quien dice, ‘nacido de pie’.
Al analizar las causas de esa trayectoria, con una constelación de nombres propios abrumadora, los historiadores se han ido fijando en los personajes, con sus nombres y apellidos, descubriéndose cómo no sólo Guipúzcoa, sino el conjunto de las Tres Provincias, estaba atrapado en una red endógama de jaunchos (‘señoritos’) con sus clientelas. Por circunstancias históricas en que no entramos, el sistema medieval de Parientes Mayores de raíz campesina se había urbanizado y adaptado, ganando iniciativa sin perder poder, constituyendo una fuerza viva puntera en España.
Así en el Siglo Ilustrado se da aquí la paradoja de un País Vasco dotado de instituciones y exenciones forales arcaicas (respetadas por los Borbones en atención a su lealtad), en poder de una burguesía tronco-piramidal capitaneada por una mini nobleza emparentada, reducida y cerrada, pero eso sí, ilustrada como ella sola. Si todo el país no era una ‘cosa nostra’ (todavía), el único estorbo era la triple foralidad autónoma (Territorios Históricos). Pero por ser triple, no por foral. Los caballeros de las Provincias Exentas jamás tuvieron la ocurrencia de jugar sin esa ventaja.
En el siglo XVI, el fenómeno de la lengua propia da pie a una conciencia incipiente de singularidad y unidad étnica. Pero con una pequeña contradicción: esa lengua, el vascuence, era una y única sólo en la apreciación de los extraños que no la entendían. Los vascohablantes siempre fueron muy conscientes de su fragmentación en dialectos, tan distintos entre sí como lo eran los del romance, o sea el catalán y valenciano o el galaico-portugués respecto al castellano. Si la frontera borrosa entre dialecto y lengua se define en función de la inteligibilidad, la noción de una ‘lengua vasca’ preservada intacta por la Providencia desde el Paraíso, o al menos desde Babel, al par de los sagrados Fueros ágrafos, se vuelve improbable.
La idea de una lengua vasca supra-dialectal –idealizada, por ejemplo en el apóstrofe famoso de D’Etchepare («¡Hescuara a plaza, hescuara al mundo!»)– tendría su correlato institucional en una unidad política supra-foral, que por diversas razones no se había sentido  necesaria hasta el siglo XVIII.

Proyecto de País
Es verdad que las ideas de cambio no suelen florecer cuando las cosas van bien. Sin decir que antes lo fueran, el hecho es que en la generación de Peñaflorida una alta burguesía con problemas económicos y en contacto con el fermento ilustrado extranjero, entiende llegada la hora de su revolución, legitimando lo que para ellos era realidad: Irurac Bat, la unidad de las Tres Provincias Exentas.
Monárquicos leales, si no todos convencidos, aquellos hombres encuentran en Xavier María de Munibe e Idiáquez un líder nato, con la fórmula o receta del aglutinante capaz de obrar el milagro: la Amistad. Amistad entre ellos, como miembros de una sociedad de élite, y amistad a la ‘patria’ o país que ellos poseen y controlan en virtud de sus títulos, señoríos, mayorazgos, patronatos, alcaldías y juntas, arrendamientos, préstamos, clientelas de todo tipo. Su País [1].
Los ilustrados vascos no tienen la menor idea de otra revolución fuera de la suya. Su ideal es que el interés individual y el de su Sociedad coincidan con el interés y bienestar del País en su conjunto. Como no podía menos de ser, si los tres territorios asumían el liderazgo natural de su clase dirigente. Y como tenía que ser, si toda España y sus Indias se dejaba penetrar e impregnar por los mismo ideales inspirados en la Bascongada.
Desde luego, un hombre sensible como el Conde no iba a empañar con particularismos familiares el espejo de la nueva Sociedad. Conozcamos su visión idealizada sobre el estado de cosas encontrado, y que los Amigos se propusieron reformar [2]:

1. Las tres Provincias de Alava, Vizcaia, y Guipuzcua, igualmente Illustres porque fueron noble y distinguida porcion de la antigua Cantabria, como por los heroicos hechos con que ha mantenido y aumentado el blason de su esclarecido origen, tenian en su vecindario un crecido numero de Cavalleros, dignos hijos de tal Patria.
Vna brillante educacion en muchos de ellos, los havia impuesto en las ventajas, que dan a las republicas, la cultura de las ciencias, y las artes; y el Amor a la Patria, que animava y distinguia a todos, les hizo pensar con seriedad en el establecim.to de varios proie(c)tos dirigidos todos á este alto fin.
2. Pero como las grandes empresas, nunca carecen de contradicciones, igualmente grandes, y aun á vezes maiores,  se sumergieron estos nobles pensamientos sin que llegasen á Execucion.
3. No contribuia poco á esta desgracia, la falta de motivos que juntasen con la frecuencia que pedia proiecto tan grande, los Cavalleros de estas tres Provincias.
De aqui nacia el mirarse como naciones diversas, y de esta impresion, el que se interesasen mui poco, las unas, en los negocios de las otras.
4. Esta indiferencia, era ciertamente perjudicial á todas tres, y desde luego se pribavan de las ventajas que la union, y buena correspondencia, devia procurarles; yá promoviendo su comercio, yá facilitando sus manufacturas, yá procurandose reciprocos socorros, que hiziesen comunes los intereses de todas juntas.
5. No estaban ynsensibles á estos males los Cavalleros Bascongados. Penetravan sus funestas consecuencias, deseaban con ansia el bien de la Patria, y solo esperavan, á que se presentase ocasión favorable de establecer sus nobles pensamientos y cimentar con ellos la gloria y la felicidad de la Patria.

Pues bien, aquellos caballeros bascongados –que en un principio se presentaron como caballeros guipuzcoanos, o en expresión burlesca del jesuita Francisco de Isla, los «caballeritos de Azcoitia»– pertenecían prácticamente todos a un puñado de troncos y apellidos, epígonos de la aristocracia parental y muchos de ellos decorados con títulos de nuevo cuño. Es lo que han demostrado pacientes estudios genealógicos, con árboles harto elocuentes. Así Aguinagalde, en los 24 socios de número de la Bascongada en su primera época, traza los nexos de parentesco como ‘ejes’ onomásticos: el eje Munibe, eje Corral, los Barrenechea – Mata Linares, eje Olaso – Unceta – Olaeta, eje Moyua (Marqueses de Rocaverde) [3]
Estos eran los elegidos, la aristocracia natural del País, una vez depurada de algunas excrecencias impropias. Me refiero concretamente al pequeño ‘misterio’, antes apuntado, de la diferencia entre los junteros guipuzcoanos promotores de un Plan de Sociedad Económica o Academia acomodada a las necesidades de Guipúzcoa, y los efectivos socios fundadores.
Ya José Ignacio Tellechea se mostró perplejo, sin respuesta a la triple pregunta:
– ¿Por qué no suscribieron el Plan todos los junteros?
– ¿Por qué lo suscribieron sólo los mencionados?
– ¿Por qué la inmensa mayoría de ellos no aparece luego en la futura R. S. Bascongada?
Por su parte, Cécile Mary-Trojani vuelve sobre lo mismo, proponiendo una explicación tan lógica como poco caballeresca, y en definitiva impresentable: la mayoría de junteros firmaban como ‘clientes’ de los magnates, firmaban como  sin leer el papel que les ponían delante, sobre la estructura de la Sociedad, y desde luego, firmaban sin idea de pertenecer a la misma. La autora no entra más a fondo.
Personalmente me he fijado en un juntero que por su condición de alcalde de Vergara tuvo que ver con las celebraciones de estreno de la Bascongada: el alcalde Moya.  Joaquín Ignacio Moya Ortega (1722-1785) era un vizcaíno experto en ferrerías, que se había casado con la hija de un empresario vergarés  para dirigir los talleres. Y aunque con el tiempo los Moya fueron recibidos en sociedad y labraron su escudo en la casa de su nombre en la plaza de Vergara, todavía en el momento de fundarse la Bascongada no son como para figurar como socios. En este caso concreto, es lo que me parece.

(Continúa)
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[1] Mikel Azurmendi, en su libro ‘Y se limpie aquella tierra’: Limpieza étnica y de sangre en el País Vasco (siglos XVI-XVIII) –Madrid, Taurus, 2000–, tituló el último capítulo, ‘Los Amigos del País o el País de unos Amigos’.
[2] Peñaflorida, Historia de la Sociedad de los Amigos del País, cap. 1º.
[3] F. Borja de Aguinagalde, ‘¿Por qué los archivos de la Bascongada son complicados? Notas archivísticas a un Coloquio sobre la Amistad.’ En A. Risco y J. M. Urkia (eds.), Amistades y Sociedades en el siglo XVIII. Real Sociedad Bascongada Toulouse, I Seminario Peñaflorida (1-3 Diciembre 2000), pp. 21-41. Cfr. Álvaro Chaparro Sainz, La formación de las élites ilustradas vascas: El Real Seminario de Vergara (1776-1804)  Tesis doctoral. Baracaldo, 2009, pág. 84; José María Imizcoz y Álvaro Chaparro, ‘Los orígenes sociales de los Ilustrados Vascos’; en J. Astigarraga et al. (eds.), Ilustración, ilustraciones, Donostia-San Sebastián, Real Sociedad Bascongada, 2009, pp. 993-1027.


4 comentarios:

  1. Don Belosti, ha sido una maravilla. Ando un poco liada y no había dispuesto de tiempo para leerlo, aún fue mayor el gustazo de leer del tirón.

    Le confieso una maldad: Cuando leí en la primera entrega eso de que Sabater le tumba con la mirada, no pude por menos que reír ante el amplio abanico polisémico de la frase.

    Aguardo con expectación las siguientes entregas. A sus pies, maestro.

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    1. Encantado, amiga Carmen.

      Trabajando el tema, a ratos me acuerdo de usted, ¿sabe por qué?, por Jovellanos.

      Don Gaspar Melchor fue gran admirador de la Bascongada –socio de honor también, si mal no recuerdo–, y anduvo por estos pagos muy embelesado de cuanto veía, o le dejaban ver. Bueno, usted ya conocerá algo de sus Diarios y Memorias.

      Gente interesantísima, de la que queda mucho por averiguar. En el texto enlazado verá un comentario del mismo Jovellanos bastante enigmático. Un mundo muy enrevesado, muy difícil.

      Veré de no aburrir demasiado.

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  2. Muy interesante, como siempre, don Belosti. Seguiremos atentos a la continuación.

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  3. Confieso que la estructura "por entregas" le está dando mucho morbo. ;)

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